domingo, 23 de septiembre de 2012

"Yo no veo ese silencio zapatista..."


EZLN: SU MÉXICO APARTE
Por: Adriana del Moral Espinosa
Septiembre 20 de 2012
Investigaciones especiales
Fuente: Sin Embargo

 Foto: Cuartoscuro

Son los más pequeños, los olvidados, los autodenominados del color de la tierra que han salido a recorrer el país en varias ocasiones para hacer escuchar su voz, para que su palabra pueda llegar a quien esté dispuesto a escucharla en cualquier rincón del mundo.

Son los indígenas zapatistas, un ejército que afirma luchar para que un día no haya soldados, el único movimiento armado de Latinoamérica que se ha presentado en la tribuna del Congreso para plantear sus demandas.

Para un movimiento insurgente que poco después de su levantamiento armado cambió en buena medida el poder de los fusiles por el de las palabras, su silencio también adquiere un peso estratégico. Durante el proceso electoral de este año, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no ha emitido comunicados o posicionamientos directos sobre el tema electoral.

A finales de 2011, en una carta a Luis Villoro, el subcomandante Marcos, vocero del Comité Clandestino Revolucionario Indígena – Comandancia General (CCRI-CG), confirmó el distanciamiento del zapatismo con el Partido de la Revolución Democrática (PRD).

Desde entonces, la Comandancia General se ha mantenido al margen de las polémicas sobre el resultado de las elecciones presidenciales y sobre las irregularidades en los comicios locales en Chiapas, en los que también resultó triunfador el PRI.

¿Cómo afectará a las comunidades zapatistas el regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia y a la gubernatura de Chiapas? ¿Hasta qué punto la distancia del zapatismo con respecto a la política electoral se justifica por el saldo de más de quince años de encuentros y desencuentros entre la izquierda partidista y el EZLN?

Para empezar a escuchar en medio del aparente silencio del EZLN basta con acercarse a los distintos canales de comunicación que el movimiento ha establecido con la sociedad civil, como la página Enlace Zapatista, donde se difunden diversas actividades y denuncias hechas por las Juntas de Buen Gobierno de los Caracoles zapatistas, que operan desde 2003 como unidades de gobierno autónomo dentro de las comunidades.

 “Yo no veo este silencio zapatista”, afirma Bruno Baronnet, doctor en sociología por El Colegio de México y la Universidad de París, autor del libro Autonomía y educación autónoma. Las escuelas zapatistas de la Selva Lacandona de Chiapas, México. “Tal vez hay un silencio en los comunicados de la Comandancia, pero a nivel de las autoridades no hay un silencio, nos reciben, yo no dejo de ir como investigador”, señala. “Los consejos autónomos de cada municipio son muy activos; no están callados están enviando comunicados constantemente”.

En este sentido, para Baronnet “no hay silencio en ningún momento. Lo que dicen los comandantes es secundario, aunque tiene más valor a nivel mediático”. En cambio, las declaraciones de las Juntas de Buen Gobierno pareciera que sólo tienen relevancia a nivel local, “pero cuando las analizamos a profundidad vemos que hablan sobre problemas que tienen relevancia para todo el país, pero desde la perspectiva de un campesino”.

Entre el verdor de las cañadas chiapanecas, la niebla baja por las tardes al Caracol Torbellino de Nuestras Palabras, antes Aguascalientes, Morelia. Se encuentra entre montañas que se dibujan azules en el horizonte y la ciudad más cercana a él es Altamirano, a unos cuarenta minutos de distancia por un camino de terracería. Aquí en una oficina con tres escritorios, algunas sillas y largos bancos de madera, los miembros de la Junta de Buen Gobierno atienden los asuntos de la comunidad y también, cuando sus ocupaciones lo permiten, dialogan con quienes visitan El Caracol.

“Hay tiempos en que podemos salir a la luz y dar nuestra palabra. En esta elección no hubo palabra de los zapatistas, como en otra elección sí hubo palabras a la sociedad. Hay tiempos en los que podemos dar nuestra palabra, y otros no”, explica uno de los integrantes de la Junta del Buen Gobierno en turno cuando les pregunto por la falta de comunicados sobre el tema electoral.

El silencio es para ellos también una estrategia, una forma de resistencia. Así lo entienden también algunos de sus simpatizantes. “El silencio del zapatismo fue para no hacer tendenciosa la elección”, opina Julio Nicolás, estudiante del cuarto año de Medicina en la UNAM y adherente de la Otra Campaña.

Para él la ausencia de una postura oficial del zapatismo con respecto a la elección no afectó su decisión: anuló su voto por diputados, senadores, jefe delegacional, jefe de gobierno y Presidente. Su análisis es que nunca hubo un acercamiento de los candidatos a la zona donde él vive.

“Finalmente los que creen en el proyecto del zapatismo saben que llegue quien llegue hay que seguir luchando por todo lo que el zapatismo representa”, afirma el futuro médico que da clases de ciencias naturales a un grupo de triquis zapatistas establecidos en la Ciudad de México, con el fin de que puedan presentar los exámenes para concluir su primaria o secundaria en sistema abierto. Para las bases de apoyo zapatistas y las autoridades comunitarias su misión es clara: “No luchamos por querer, sino porque no hay justicia, no hay paz. Estamos obligados a luchar  no sólo para nosotros, sino para todos los que quieran luchar en otros países, en otros estados, en otras ciudades. Nosotros estamos luchando para gobernar para buscar la paz, no para buscar mandar. Queremos que haya libertad para todos, que haya paz, que no haya olvido”, afirma uno de los miembros de la Comisión de Vigilancia de la Junta de Buen Gobierno de Morelia. Y reconoce también que el proceso de construcción de la autonomía implica sobre todo un trabajo intenso a nivel local. “Somos chiquitos, chaparritos, pero sabemos que nuestra palabra es dura de seguir”, explica.

Así, para la mayoría de las bases de apoyo y algunos simpatizantes zapatistas, el primer compromiso del movimiento es interno, por lo que el aparente silencio del EZLN sobre algunos temas de relevancia nacional es de importancia secundaria. Además, la ruptura de la organización la izquierda partidista es un hecho que se ha gestado poco a poco y que obedece a circunstancias bien definidas. 

CUANDO ROMPIERON EL EZLN y EL PRD

Subcomandante Marcos. Foto: Cuartoscuro

Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano es el único aspirante a la Presidencia que se ha reunido con el EZLN durante su campaña. En mayo de 1994 durante su primer encuentro, el subcomandante Marcos señaló que el PRD “tiende a repetir en su seno aquellos vicios que envenenaron desde su nacimiento al partido en el poder”, que entonces era el PRI y criticó los procesos de selección interna de los candidatos perredistas.

Sin embargo, el movimiento mantuvo su cercanía con Cárdenas, y luego de que Ernesto Zedillo resultara ganador de la elección lo invitaron a integrar, junto con miembros la Convención Nacional Democrática, un frente amplio opositor que bajo el nombre de Movimiento de Liberación Nacional agruparía los esfuerzos y demandas de diferentes grupos sociales.

En los 90 surgieron diferentes posturas de la dirigencia y las bases de apoyo del EZ con respecto al tema electoral. En los comicios de 1995 los habitantes zapatistas de San Andrés Larráinzar apoyaron al candidato del PRD a la presidencia municipal, quien sin embargo perdió. En 1997, Cuauhtémoc Cárdenas se convirtió en el primer Jefe de Gobierno del Distrito Federal por elección directa, mientras en Chiapas el abstencionismo llegó hasta el 80 por ciento en los municipios indígenas.

En junio del 2000 el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) rechazó el llamado voto útil a favor de Vicente Fox por considerarlo la “desaparición de una opción electoral de izquierda en la lucha por la Presidencia”. Sin embargo, en su comunicado insistían en que “la izquierda política es más amplia que el cardenismo y, por supuesto, que el perredismo”.

Foto: Cuartoscuro

A inicios de 2001 la Marcha del Color de la Tierra, con miles de indígenas y 23 comandantes del EZLN, partió de Chiapas para defender ante el Congreso de la Unión la iniciativa de ley redacta por la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), que retomaba los principales puntos de los Acuerdos de San Andrés, firmados por el gobierno y el EZLN en febrero de 1996.

 Luego de más de un mes de caminata, el contingente llegó a la Ciudad de México engrosado por participantes del Congreso Nacional Indígena, que se celebraba en Michoacán, y miembros de otros pueblos originarios de distintos estados de la República. Los legisladores del PRI y el PAN se opusieron a que el EZLN ingresara al recinto legislativo, pero la bancada del PRD logró el apoyo de legisladores del PT, el PVEM e incluso del PRI para permitir a la dirigencia zapatista hacer uso de la tribuna.

La ruptura total del EZLN con el PRD y toda la clase política ocurrió pocos meses después, cuando en abril de 2001 se aprobó una ley en materia de derecho y cultura indígena que no respetaba en su totalidad los Acuerdos de San Andrés, sobre todo en los puntos referentes a la autonomía y determinación de los pueblos indígenas. Aprobada por legisladores de todos los partidos políticos, incluyendo perredistas. A partir de su publicación, las comunidades rechazaron cualquier apoyo gubernamental e interrumpieron todo diálogo y negociación con los representantes del Estado. “En la medida en la que los zapatistas no sienten que sus intereses son representados por una clase política que les es totalmente ajena y que tampoco encuentran en los partidos espacios reales de participación, optan por distanciarse de una democracia electoral que tiene nulos efectos sobre intercambios sociales marcados por la inequidad”, explica Diana Guillén Rodríguez, investigadora del Instituto Mora. En cambio, optan por la construcción de nuevos “espacios para el ejercicio de la política. Un ejemplo de ello son las Juntas de Buen Gobierno”, creadas en 2003 junto con los Caracoles como unidades de organización política.

LOS DESENCUENTROS CON AMLO

Después del conflicto entre zapatistas y perredistas decenas de familias 
regresaron a sus comunidades de origen. Foto: Cuartoscuro

La confrontación abierta con el PRD se dio luego de que habitantes de Zinacantán identificados como perredistas dispararan sobre pobladores y simpatizantes zapatistas el 10 de abril de 2004. Los civiles formaban parte de una caravana pacífica organizada para llevar agua a las bases de apoyo durante la conmemoración de la muerte de Emiliano Zapata, y fueron emboscados con armas de fuego, piedras, palos y cohetes.

El ataque dejó alrededor de veinte heridos, cinco de ellos de bala. Otras personas del grupo fueron acorraladas en una vivienda, mientras las casas de los zapatistas de la comunidad eran destruidas por los perredistas. Desde finales de 2003 las autoridades municipales, afiliadas al PRD, habían impedido en varias ocasiones que familias zapatistas y de otras tendencias políticas accedieran al pozo local, como medida de hostigamiento y presión.

“Los perredistas siguieron en el gobierno de Zinacantán, fueron candidatos por el PRD en la elección posterior, siguen en el poder y fueron los primeros en formar una de las ‘redes ciudadanas’ de apoyo a AMLO”, señaló el subcomandante Marcos en una carta dirigida a don Fermín, un militante del inconforme con las críticas zapatistas a la izquierda partidista.

En julio de 2005, en el texto “Un pingüino en la Selva Lacandona” la crítica contra Andrés Manuel López Obrador fue directa. Sobre la presentación del Proyecto Alternativo de Nación ante las redes ciudadanas afirmaba: “Nosotros desconfiamos y no vemos más que un maquillaje plástico (y que cambia según el respetable) y una lista de promesas olvidables”.

Asimismo, cuestionaba la capacidad de López Obrador para cumplir los Acuerdos de San Andrés, para lo que sería necesario reformar la Constitución a través del trabajo del poder legislativo, y señalaba que una promesa de esa magnitud correspondía más bien a un partido político que a un solo candidato. “De otra forma, tendría que proponerse que el ejecutivo federal mandara sobre los otros poderes, o los desconociera. O sea, una dictadura. Pero no se trata de eso. ¿O sí?”.

Como parte de la preparación para la Otra Campaña el EZLN remarcó en numerosas ocasiones que su camino político no era el de la participación electoral a través de los partidos. En agosto de 2005 señalaron “nosotros no vamos a seguir esperando. Bueno, Zedillo falló; bueno, Fox falló; López Obrador chín, que falló, y luego quién sigue, ¿el niño verde?”
  
En noviembre de 2011, Andrés Manuel López Obrador, contendiendo por segunda ocasión a la Presidencia, llamó al Ejército Zapatista de Liberación Nacional a la unidad. “Yo les ofrezco mi mano franca a todos para que podamos en unidad sacar al país. Por encima de nuestras diferencias, el interés común es sacar adelante al país”.

También solicitó: “Les pido que lo reflexionen libremente, que no se vuelva a cometer el error de 2006, de descalificar. Porque sin que se lo propusieran, el que nos descalificaran y decir que éramos lo mismo (que el resto de los partidos), ayudó a la derecha”.

En respuesta, en la carta “Una muerte… o una vida”, enviada ese mismo mes al filósofo Luis Villoro, el subcomandante Marcos afirmó “uno de los tres bribones que habrán de disputarse el trono sobre los escombros de México, ha venido a nuestras tierras a demandarnos silencio. Es el mismo que no acaba de madurar y reconocer sus errores y tropiezos. El mismo que encabeza un grupo ávido de poder, pleno de intolerancia”. Villoro coincidió con el insurgente: “Como dicen ustedes los zapatistas, ‘todos los políticos son iguales’ pues la izquierda institucional ha dejado de ser izquierda”.

Muchos perredistas han reprochado al zapatismo que su posición crítica contra la izquierda partidista favorezca a otras corrientes, pero lo cierto es que en el intercambio epistolar ninguno de los candidatos quedó indemne. De Enrique Peña Nieto, Marcos afirmó: “No encuentro que haya dicho nada, como si se tratara de un mal actor secundario, de ésos que salen en las telenovelas, balbucean algún parlamento y en los que nadie repara”. Las referencias a Josefina Vázquez Mota también fueron ácidas “del ‘Dios mío, hazme viuda’ al ‘Lupita D´Alessio, hazme leona frente al cordero’…”

“No se trataba de apoyar a AMLO en este 2012, sino de denunciar abiertamente el proceso de imposición que se dio con Enrique Peña Nieto”, cuya candidatura se dio muy de acuerdo con “las lecturas teórico-críticas realizadas por el vocero del zapatismo en los primeros meses del 2005” sobre “la relación de subordinación de la clase política con los poderes fácticos, en especial con los medios de comunicación”, apunta Arturo Cuevas, egresado de la carrera de Comunicación en la UNAM, con especialidad en investigación y docencia quien ha participado en brigadas de trabajo voluntario en comunidades zapatistas.

“Considero que al no relanzarse la Otra Campaña, al menos como campaña comunicativa, se dejó un vacío político (…) dando pie a que la decisión sólo tuviera dos posibilidades: votar en contra del regreso del PRI, aunque esto fuera votar por AMLO; o no votar y dejar que el PRI regresará cómodamente al poder”, apunta Cuevas quien ha trabajado en distintas empresas de monitoreo informativo.

EL PRI NUNCA SE FUE

Tras dos sexenios sexenios de pretendida alternancia, el PRI volvió a gobernar el estado de Chiapas. En el 2000 la candidatura del ex priísta Pablo Salazar Mendiguchía fue respaldada por una alianza inédita que reunió a distintas organizaciones sociales y a ocho partidos políticos, incluyendo al PRD, PT, Convergencia, PAN, PVEM, y otros tres partidos que existieron durante menos de cinco años. Luego, en 2006 Juan Sabines Guerrero, quien fue presidente municipal de Tuxtla Gutiérrez como abanderado del PRI,  ganó la elección como candidato por Coalición por el Bien de Todos, formada por el PRD, PT y Convergencia.

El cambio de partido de ambos gobernadores fue visto por muchos como un gesto oportunista, que no alteró en el fondo la relación de poderes en el estado. En las elecciones de este julio Manuel Velasco Coello, candidato de la alianza PRI, PVEM, Nueva Alianza, fue electo gobernador con más de 65 por ciento de la votación a su favor. Además, el PRI obtuvo nueve diputaciones federales y el PVEM tres.

En la elección presidencial, Enrique Peña Nieto obtuvo 45.93 por ciento de la votación a su favor en Chiapas, en tanto que Andrés Manuel López Obrador fue preferido por el 31.22 por ciento de los electores. Muy atrás quedaron Josefina Vázquez Mota, con 16.05, y Gabriel Quadri, quien apenas alcanzó el 2.36 por ciento de los votos.

“Al final del día las filiaciones partidarias en Chiapas son un tanto acomodaticias. Desde mi punto de vista atrás de las elecciones hay estructuras locales y regionales de poder que se empalman con las candidaturas propuestas por los partidos”, indica Guillén Rodríguez, autora de numerosos artículos sobre ciudadanización como “Democracia, legalidad y legitimidad: reflexiones a partir de la coyuntura electoral mexicana”, “Problemas solubles e insolubles por medio de la democracia” y “Chiapas: ciudadanías en construcción”.

Otro dato sorprendente es que según el delegado del Consejo Estatal del IFE en Chiapas, Edgar Humberto Arias Alba, la participación ciudadana en la entidad fue la más alta que se tenga registro en un proceso electoral federal con el 67.22 por ciento, cifra que supera casi en cuatro puntos a la media de la participación nacional.

EL FUTURO DEL EZLN

Foto: Cuartoscuro

La interrogante es si el retorno del PRI a la Presidencia y a la gubernatura de Chiapas afectará las condiciones de vida de las comunidades zapatistas. Para Bruno Baronnet, coordinador junto con otros dos investigadores del libro Luchas ‘muy otras’. Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas, “no hay señales aparentes de cambios sustanciales”, ya que “los Acuerdos de San Andrés están cumplidos hoy de manera unilateral por las comunidades autónomas y no se ven esfuerzos del gobierno, ni siquiera del PRD, para que se cumplan“.

Aunque ninguno de los académicos y simpatizantes zapatistas consultados se atrevió a pronosticar si las agresiones contra las comunidades autónomas se recrudecerán con los gobiernos priístas, lo cierto es que existen dos grandes riesgos para el movimiento: la cooptación y el desgaste.

Ante la negativa de las comunidades zapatistas a recibir el apoyo del gobierno “Oportunidades y en general los programas sociales suelen convertirse en mecanismos de control hacia las comunidades”, afirma Diana Guillén. “En condiciones de pobreza extrema y marginación crónica (…) los apoyos económicos y/o en especie se intercambian por apoyos políticos. Cuando los destinatarios de tales programas reivindican su autonomía frente al Estado, como sería el caso de los zapatistas, se producen además escisiones que fracturan a las comunidades y de paso debilitan a la organización que impulsa dicha autonomía”, concluye la doctora en Estudios Latinoamericanos por la UNAM.

Por otra parte, “dentro del territorio zapatista hay quienes no están de acuerdo con la hegemonía del EZ” y uno de los retos para su proyecto es “procesar ese desacuerdo aceptando que puede ser legítimo y no sólo producto de una contrainsurgencia que, por lo demás, también existe y es apuntalada desde las esferas oficiales”, subraya Guillén Rodríguez, autora de distintos estudios sobre política y violencia en Chiapas.

Ante este panorama el reto es mantener su poder de convocatoria para apoyar causas delicadas para el movimiento como los conflictos territoriales en zonas como Bachajón, o en la campaña por la libertad del profesor y dirigente tzotzil Alberto Patishán Gómez.  “Es necesario reconocer que no se ha podido reestructurar el poder de convocatoria que se tenía en el pasado”, señala Cuevas Manzanares, quien también es adherente de La Otra Campaña. Afirma que la campaña a favor de Patishán “ha tenido un éxito relativo, aunque su impacto en medios no ha sido fuerte” y que esto es  “gracias a la organización de civiles zapatistas, lo cual creo que es un acierto”.

Asimismo, la permanencia y legitimidad el EZLN dependerán de su capacidad para proporcionar servicios básicos y bienes públicos que el Estado no proporciona a las comunidades, como señalan los análisis de Timothy Wickham–Crowley,  profesor de la Universidad de Georgetown que ha estudiado los movimientos insurgentes surgidos en América Latina desde mediados del siglo XX.

En el caso zapatista, las Juntas de Buen Gobierno han proporcionado no solamente protección y de seguridad física, sino también procuración de justicia y resolución de conflictos, así como la organización de colectivos para proveer salud, educación, transporte y promoción cultural. También se han impulsado proyectos productivos de autogestión para fomentar el desarrollo económico.

“Lo que he podido observar en los últimos meses es que se crearon nuevas comisiones de apoyo a trabajos de salud, de educación. Están avanzando en su proyecto de auto organización interna para solucionar sus necesidades”, afirma Bruno Baronnet, quien realiza visitas frecuentes a distintos municipios autónomos. Por ejemplo, “las escuelas han aumentado de manera considerable, hay escuelas casi en todas las comunidades. En Oventic desde 2010 hay escuelas en cada comunidad donde hay presencia zapatista”.

“El gobierno está  metiendo muchos proyectos en las comunidades para acabarnos. Pero los hermanos priístas no ven eso, que los están destruyendo y ya no están pensando en trabajar; cualquier apoyo solicitan y les dan, ya no cultivan la tierra”, señalan miembros de la Junta de Buen Gobierno de Morelia. Bruno Baronnet señala que ahora que hay alza en los precios de productos básicos, “comunidades adherentes a La Otra Campaña están vendiendo maíz y frijol a sus vecinos que están en la necesidad, porque no pueden comprar alimentos a precio del mercado o a los precios de los coyotes que pasan de manera ambulante”.

Las autoridades autónomas subrayan que, aunque en esta época la mayoría de los trabajos de los zapatistas se concentran en las comunidades su esfuerzo tiene una dimensión más amplia: “Nuestro sueño es acabar con las maldades, no solo para nosotros como indígenas, sino para todos en el país, que nuestros hijos disfruten de la libertad y la democracia. Si llegamos a triunfar nuestro sueño es para todos. Que todos puedan llegar a disfrutar y vivir en paz, justicia y libertad”.

También expresan su solidaridad con otros movimientos: “Deseamos ánimo también a quienes están luchando contra las injusticias en nuestro país, les decimos que si están luchando por una vida mejor no están solos, estamos con ustedes”. Así, la apuesta del zapatismo por la creación de alternativas de organización social y política es un camino que se construye todos los días, desde “abajo y a la izquierda” en cada comunidad. Su resultado está en continua construcción, a través de los esfuerzos individuales de cada base de apoyo y simpatizante, y son esos factores los que determinarán su evolución durante el próximo sexenio y más allá. 

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