lunes, 22 de noviembre de 2010

Genealogía de la rebelión, política de la revolución...

El águila y el sol
(Genealogía de la rebelión, política de la revolución)
Adolfo Gilly*
20 de noviembre de 2010
Fotos: La Jornada

1. La repetición, o el eterno retorno de la revuelta

Durante un siglo la historia de México fue una historia de revueltas y rebeliones campesinas enmarcadas por dos revoluciones: la revolución de Independencia en 1810, la Revolución Mexicana en 1910.

Hoy el México institucional celebra las dos revoluciones y sus cambios políticos. Olvida, oculta o deja en la penumbra del pasado a las rebeliones que les dieron cuerpo y destino. Éstas, a diferencia de las revoluciones y sus programas, no soñaban con instituciones y políticas. Nomás querían justicia.

Las dos revoluciones, a un siglo de distancia entre una y otra, fueron por supuesto diferentes. La de 1810 se proponía la independencia de México del poder colonial, cuando las guerras y las invasiones napoleónicas habían puesto en crisis a España y su inmenso imperio americano. La de 1910 se propuso en su inicio una trasformación democrática del régimen político. En éste la oligarquía terrateniente había consolidado su poder y su riqueza a través del despojo de tierras y aguas a las comunidades y pueblos agrarios y la inserción de México en el luciente mercado mundial de la Belle Époque.

Ambas revoluciones, cada una en su tiempo, cambiaron la estructura del Estado y sus instituciones políticas. Pero ambas preservaron intacta la fractura sobre la cual se había fundado México desde la Conquista: la línea de fractura racial que la República siempre se negó a reconocer en sus leyes, pero nunca abandonó en sus prácticas.

En uno de los lados de esa línea, el de abajo, se gestaron y organizaron las rebeliones sin las cuales ninguna revolución es posible. En el otro lado, el de arriba, se fueron formando los programas y las conspiraciones que llevaron a las rupturas en el régimen político que trasforman a las rebeliones en revoluciones.

Así México conoció en un siglo, entre 1810 y 1910, dos revoluciones. Pero después de la primera, entre ambas se sucedieron incontables rebeliones indígenas, grandes y pequeñas, todas ellas por antiguas demandas negadas por el régimen republicano: tierra, justicia, derechos y libertades; todas llevando en su núcleo una antigua demanda inmaterial: el fin de la humillación, la dignidad de cada uno y de todos como esencia de la relación humana.

* * *
En su sustancia corporal la revolución de Independencia de 1810 había sido una extensa rebelión de los pueblos y comunidades indias en defensa de sus derechos comunales, su modo de existir y sus mundos de la vida, que las reformas borbónicas en el orden colonial les arrebataban desde la segunda mitad del siglo XVIII.

Así lo documentan tantos cuantos han excavado en los archivos las razones, los motivos y los modos de los pueblos insurrectos. Así lo dibujaba en un escorzo Octavio Paz, a la mitad del siglo XX, en El laberinto de la soledad:

La guerra de Independencia fue una guerra de clases y no se comprenderá bien su carácter si se ignora que, a diferencia de lo ocurrido en Suramérica, fue una revolución agraria en gestación.
El cambio resultante en la organización política del país –Independencia y República– pasó el poder a la nueva elite dominante criolla, blanca, culta y propietaria. Pero poco o nada cambió en el contenido y las formas de la dominación contra la cual se habían rebelado los pueblos indios y campesinos de México. El dominio criollo incluso desmanteló derechos consuetudinarios de los pueblos.1 Poco o nada cambió, para los indios, en la sustancia de la humillación como rasgo constitutivo de la dominación racial de los antiguos y los nuevos señores de la tierra.

Aquí rebelión y revolución bifurcaron sus caminos, sus contenidos y sus significados.

El resultado fue que esa “guerra de clases”, esa “revolución agraria en gestación”, se prolongó a lo largo del siglo XIX en la lucha soterrada o abierta de los pueblos indios para defender sus tierras, sus mundos y sus vidas del despojo material y la opresión racial bajo el régimen republicano. Era una guerra india intermitente, dispersa, sin centro ni periferia, que a fines del siglo XIX se agudizó y en 1910 estalló en una nueva revolución agraria, la que se conoce como Revolución Mexicana.

Esta Revolución de 1910, tan diversa en sus inicios y en sus propósitos de aquella otra, la de Independencia, vivió la misma dicotomía. Pero ahora ésta se presentó nítida, aguda y encarnada en programas y ejércitos diferentes dentro de la revolución.

Una fue la rebelión de las comunidades y los campesinos del norte y del sur que se hizo revolución del pueblo en los ejércitos de Emiliano Zapata y de Pancho Villa. Otra fue la revolución política de los jefes y dirigentes liberales que culminó en la Constitución de 1917 y en los sucesivos gobiernos mexicanos desde 1920, una vez derrotados los campesinos en armas y absorbidas sus rebeldías radicales en reformas agrarias y democráticas legales.

* * *

Las proclamas y los objetivos políticos de las elites dirigentes de las dos revoluciones eran también diferentes, tanto como lo era la nación que cada una de ellas imaginaba. Pero las acciones de las partidas de campesinos indios sublevadas al llamado de esas proclamas eran en cambio sorprendentemente similares. Un siglo después, los métodos de acción –el repertorio de confrontación, según el lenguaje de otros historiadores– se repetían.

Eric Van Young, en La otra rebelión[2], describe el patrón de conducta de los rebeldes de la guerra de Independencia cuando tomaban una población:

Invariablemente echaban las mercancías a la calle o a la plaza para que la gente del pueblo se las llevara, dinero y ganado lo guardaban para sí, liberaban a los prisioneros de las cárceles y secuestraban a los españoles y a los oficiales blancos de la localidad.

Felipe Ávila, en Entre el porfiriato y la revolución, refiere lo que sucedió desde los inicios de la revolución mexicana, en 1911, en los territorios zapatistas [3]:

enfrentamientos armados, tomas de poblaciones, saqueos, quema de oficinas y archivos públicos, imposición de préstamos, liberación de presos y ejecución de autoridades, comerciantes, empleados de haciendas y fábricas, y de residentes extranjeros.

Esta “violencia plebeya”, como la llama Ávila, era descrita por la prensa de la época como “violencia india”. Aunque este uso del término “indio” venía cargado de contenido racista, en los hechos decían verdad: la revolución zapatista de 1911 en su raíz agraria, en la composición de su tropa y de sus dirigentes y en sus acciones era en lo esencial una revuelta de los indios, aun cuando en las proclamas y los programas de sus jefes nacionales la revolución iniciada en 1910 fuera una revolución política democrática.

Si a un siglo de distancia proclamas, programas y fines de los dirigentes de las revoluciones de 1810 y 1910 eran tan diversos, ¿de dónde viene la extraña repetición de los gestos y las acciones de los protagonistas de las dos rebeliones, los pueblos indios de México?

Es que las imaginaciones de aquellos jefes respondían a una política renovada con los tiempos y sus circunstancias, una política a la cual identificaban muchas veces con la palabra “progreso”. En cambio los modos de estos otros, su “violencia plebeya”, provenían de una genealogía trasmitida por las generaciones sucesivas como experiencia y como herencia inmaterial: sentimientos, maneras de estar juntos, imaginaciones, costumbre, mundos de la vida.

Los programas de las elites revolucionarias apuntaban hacia una sociedad y una organización política futuras. Los gestos, las acciones, los métodos de lucha de los pueblos indígenas respondían a los agravios, las humillaciones, los despojos sufridos por ellos y sus ancestros en el pasado y se nutrían de esas experiencias heredadas y repetidas hasta el presente de sus propias vidas.

La rebelión surge de ese pasado y de él toma sus razones, sus motivos y sus métodos. Es herencia y es genealogía. La revolución que resulta de ella derriba las antiguas instituciones y establece otras nuevas. Es programa y es política. Pueden los motivos de la rebelión no ser antagónicos con los objetivos políticos de la revolución. Son ciertamente diferentes. Esta diferencia tomó forma material en la Revolución Mexicana de 1910, cuando los ejércitos campesinos de Zapata y de Villa terminaron enfrentados armas en mano con el Ejército Constitucionalista.

* * *

Cuando estalla una revolución, el momento de la rebelión es aquel que la cubre por completo, la llena de significados, se confunde con ella. El historiador entonces no se pregunta sólo qué pasó, sino cuál era el sentido de eso que había estado pasando. Son momentos que E. P. Thompson describió en un pasaje clásico acerca de las preguntas del historiador a esos pasados plebeyos sin registros [4]:

Estas cuestiones, cuando examinamos una cultura de costumbres, a menudo tienen que ver menos con los procesos y lógicas de cambio que con la recuperación de precedentes estados de conciencia y texturas de las relaciones sociales y domésticas. Tienen que ver menos con devenir que con ser. A medida que algunos de los principales actores de la historia se alejan de nuestra atención –los políticos, los pensadores, los empresarios, los generales– un inmenso reparto secundario, que creíamos eran tan sólo figurantes en el proceso, avanzan hasta ocupar todo el proscenio. Si sólo nos preocupa el devenir, entonces hay periodos completos de la historia en los cuales un entero sexo ha sido descuidado por los historiadores, porque las mujeres rara vez son vistas como actores de primer orden en la vida política, militar o incluso económica. Si nos preocupa el ser, la exclusión de las mujeres reduciría entonces la historia a futilidad.

Vista desde este mirador, la rebelión es una irrupción del ser dominado en el acontecer político de la dominación, en su devenir. Para acercarse a aquélla el historiador necesita mirar y considerar lo que con su hacer expresan los cuerpos antes que cuanto con su decir trasmiten las palabras. Ninguna proclama de las dos revoluciones decía de abrir las cárceles, repartir los víveres, quemar los archivos de la justicia y de la propiedad y ajusticiar a los odiados. Eso hicieron sin embargo en ambos casos los rebeldes. Al historiador no le toca juzgar si estuvo bien o estuvo mal, sino registrar que así fue como fue.

Develar esos momentos en la historia tiene que ver no sólo con registrar las ideas del conocer propias del tiempo y del lugar, sino también con indagar y recuperar los modos del hacer y del estar.

Aquellas ideas son ciertamente necesarias para organizar los objetivos de una revolución. Pero las formas, los lazos humanos y las imaginaciones a través de los cuales toma cuerpo esa organización vienen desde más atrás. Están en la memoria de los sublevados, en sus historias vividas y heredadas, en ese entramado que en los lugares de trabajo y de vida se trasmite de una generación a otra. Se trata de una historia de lugares y regiones y de los seres humanos que allí viven, trabajan, disfrutan y dan sentido a sus vidas.

Ese sentido es lo que E. P. Thompson nos propone indagar cuando nos dice que esos oscuros y verdaderos protagonistas de estas historias están preocupados por el ser antes que por el devenir. Es la sutil línea que, aun cuando sean partes de un mismo proceso histórico, distingue a la rebelión de la revolución.

2. El corte en el tiempo

La revuelta es un corte en el tiempo homogéneo de la historia, dice Walter Benjamin. Ella se nutre de la imagen de los antepasados oprimidos, no de la visión de los descendientes liberados. Los programas políticos proponen un futuro que será inaugurado por el devenir de la revolución. Pero la fuerza de la revuelta sin la cual ninguna revolución existe, proviene del cúmulo de despojos, agravios y humillaciones acumulados por las sucesivas generaciones. “Forse una rabbia antica, generazioni senza nome, gli urlarono vendetta” [“Quizá una rabia antigua, generaciones innombrables, clamaron por venganza”], decía una canción del italiano Francesco Guccini para explicar el sentido del gesto sin sentido de un maquinista ferroviario que a principios del siglo XX, allá en Bolonia, lanzó su locomotora loca contra un tren de lujo que corría en sentido opuesto. Teatros y estadios llenos de jóvenes coreaban esas estrofas en la Italia de los años setenta del siglo pasado.

La rebelión no habla del futuro, habla de la abolición de los agravios del pasado. Su violencia exasperada, en apariencia sin sentido y hasta a veces contraria a sus fines, viene de otro origen que las imaginaciones del porvenir. Viene de una interminable cadena de humillaciones y despojos, humillaciones propias y de los padres y de los abuelos. La revolución puede culminar en la Declaración de los Derechos del Hombre y ésta prolongarse en la proclama de Olympe de Gouges, pero la rebelión que la desencadena se iba organizando en aquellos ánimos de donde surgían los Cahiers de Doléances, los memoriales de agravios de la Revolución Francesa.

La revuelta quiere detener –o al menos interrumpir– el tiempo de la humillación y del desprecio. En sus Tesis sobre la historia, Walter Benjamin dibuja esta ruptura en una curiosa anécdota sobre la revolución de julio de 1830 en París [5]:

Concluido el primer día de combates, sucedió que al caer de la noche la multitud, al caer la oscuridad, en diferentes barrios de la ciudad y al mismo tiempo, comenzó a atacar los relojes. Un testigo, cuya percepción se debió tal vez al azar de las rimas, escribió:

“¡Quién podría creerlo! Se dice que, en furia con la hora, / unos nuevos Josués, al pie de cada torre / tiroteaban cuadrantes para parar el día”.

De ese corte en el tiempo homogéneo de la dominación reconocida y la obediencia aceptada puede resultar –o no– una revolución, un cambio en las leyes, las instituciones, la propiedad, las formas y los contenidos de la dominación misma. Tal ha sucedido en todas las revoluciones victoriosas: la francesa, la haitiana, la rusa, la china, la argelina, la vietnamita, la cubana, la boliviana, las dos revoluciones mexicanas.

Estos cambios vienen preparados por otros anteriores en las sociedades y se anuncian en los programas, las críticas y las actividades de las elites políticas. Pero no son esas elites, aun las radicales, las que dan cuerpo a la ruptura del antiguo orden y abren paso al nuevo. Son otros, los humillados y ofendidos, los protagonistas del acto material y corporal de la revuelta sin el cual no hay revolución sino, cuando más, cambio en el mando político establecido. Son aquellos a quienes la vida se les ha vuelto intolerable y para quienes la ruptura entre las elites –la del Antiguo Régimen y la revolucionaria– abre un espacio para irrumpir en el primer plano de la escena.

Tal vez en esa dicotomía espacial entre protagonistas y figurantes se encierra el secreto de lo que Benjamin, también en sus tesis, llamó una “aporía fundamental” [6]:
La historia de los oprimidos es un discontinuum. La tarea de la historia consiste en apoderarse de la tradición de los oprimidos. [...] El continuum de la historia es el de los opresores. Mientras la representación del continuum conduce a la nivelación, la del discontinuum está en la base de toda tradición auténtica. La conciencia de la discontinuidad histórica es propia de las clases revolucionarias en el momento de su acción.

Uno de los dirigentes de la revolución rusa de 1917, León Trotsky, desterrado desde 1929, pudo escribir su Historia de la revolución rusa, obra de escritor, protagonista, historiador y cronista de los acontecimientos. En el prólogo de este trabajo presentó su propia visión sobre la preservación de tradiciones del pasado en la génesis de las rupturas revolucionarias y sobre la relación entre la rebelión del pueblo y la política de sus dirigentes [7]_
Las masas no van a una revolución con un plan preconcebido de sociedad nueva, sino con un sentimiento claro de la imposibilidad de seguir soportando la sociedad vieja. Sólo el sector dirigente de su clase tiene un programa político, el cual, sin embargo, necesita todavía ser sometido a la prueba de los acontecimientos y a la aprobación de las masas. [...] Sólo estudiando los procesos políticos sobre las propias masas se alcanza a comprender el papel de los partidos y los caudillos, que en modo alguno queremos negar. Son un elemento, si no independiente, sí muy importante de este proceso. Sin una organización dirigente la energía de las masas se disiparía, como se disipa el vapor no contenido en una caldera. Pero sea como fuere, lo que impulsa el movimiento no es la caldera ni el pistón, sino el vapor.

Su propuesta para explicar el proceso es, entonces, guiarse primero por el hacer de los insurrectos y sólo después por el decir de sus dirigentes. La línea divisoria entre aquel hacer y este decir es la que separa también rebelión y revolución.

Aunque en la realidad aparezcan confundidas –no hay revolución sin rebelión, decíamos–, en la tarea del historiador es fundamental reconocer esa línea. No pocas historias de las revoluciones mexicanas son historias de las políticas de los dirigentes, incluidos los más radicales, antes que de los motivos profundos de los oprimidos para rebelarse y de cuáles fueron los sentimientos y los procesos en sus conciencias que los decidieron a correr los riesgos de una rebelión.

Aquélla es hoy la tendencia dominante en las conmemoraciones oficiales de las dos revoluciones mexicanas. Habla en ellas la voz y la memoria de las instituciones estatales, es decir, la voz del orden surgido de las revoluciones y no las múltiples voces de la ruptura del orden precedente que fue la esencia de cada una de esas rebeliones. Son relatos del “continuum de la historia”, diría Benjamin, y no de la discontinuidad histórica encarnada en las revoluciones. Así la conmemoración estatal de las revoluciones mexicanas se convierte en un discurso del poder y de sus instituciones, como si la tarea y la misión de las rebeliones hubiera sido la de fundar ese poder y no la de destruir los poderes antes dominantes.

En esos discursos la continuidad ocupa el lugar de la discontinuidad y la permanencia desplaza a la impermanencia que es la esencia misma de cada rebelión.

3. Un tiempo fuera del tiempo

Nadie puede ignorar los cambios en la economía, las modificaciones en las normas y formas de la dominación o las crisis y rupturas en las elites dominantes que pueden estar en el origen de cada rebelión. Pero una tarea es el estudio de sus causas y otra la investigación de las formas que toma, de cuanto sucede en el seno mismo de la rebelión, de aquellos modos de hacer y de sublevarse que se repiten y renuevan a través de los tiempos.

Una rebelión, una huelga, una ocupación de espacios físicos o simbólicos es un modo de estar juntos y entre iguales, libres del mando extraño, y de establecer el lazo solidario más allá de los lazos de sangre familiares y de los lazos de los intercambios mercantiles, incluido el vínculo salarial.

Los lazos de una rebelión vienen del pasado y se han establecido en las regiones del trabajo en común (plantación, barco, mina, hacienda, industria, estudio) o de la vida en común (aldea, pueblo, barrio, ciudad). Llevan consigo cierto orgullo de los lugares nuestros, esos que nosotros, los que ahora nos rebelamos, hicimos con nuestro trabajo y con nuestras vidas. Son los lugares donde se fue creando en el pasado el sentimiento de comunidad propio de toda rebelión. De ellos surgió la consigna de los Industrial Workers of the World: “An injury to one is an injury to all” - “Un agravio a uno es un agravio a todos”.

Ese sentimiento de comunidad, propio de la historia subalterna, tiene sus sitios sagrados y sus lugares simbólicos. Este orgullo de los lugares nuestros suele trasmitirse entre generaciones aunque no esté registrado en las historias. Pasa por las narraciones, las canciones, los relatos de los antiguos a los modernos y de los viejos a los jóvenes, aunque después modernos y jóvenes los adapten a sus nuevos usos. Pero en una fábrica, un barrio del trabajo, una aldea campesina, una comunidad indígena, en esa trasmisión los relatos del “tiempo fuera del tiempo” perduran y se renuevan como organizadores de los sentimientos.

De esas narraciones y de sus auras se nutrirán las futuras rebeliones, o protestas, o desafíos, aunque sus motivos y razones serán tan diferentes como los nuevos tiempos. Esas narraciones, sin embargo, tienen algo en común. Recuerdan, repiten, recrean aquellos momentos discontinuos en que se rompió la continuidad de la humillación impuesta por el poder a sus dominados, mucho más cuando ese poder se afirma en la línea de la distinción racial.

Por eso los relatos y los mitos de las rebeliones pasadas, en vez de registrar en primer lugar los cambios económicos destacados en tantas historias, recuerdan y celebran ante todo los momentos y los lugares de la ruptura de la humillación y del mundo puesto al revés. No es que aquéllos no importen. Es que son éstos los momentos míticos de la revuelta.

El triunfo de la Revolución se propone perpetuarlos. Pero ellos tienden a disolverse, aun cuando no desaparezcan del todo, en el nuevo orden que por necesidad establece la revolución triunfante. Si ese orden se congela en un puro mando autoritario o despótico, como ha sido recurrente en las revoluciones del siglo pasado, aquellos relatos y aquellos mitos vuelven a sus lugares subalternos y se recrean bajo nuevas e insólitas formas.

Esta distinción entre revolución y rebelión, aun cuando ambos acontecimientos se presentan confundidos, es capital para la tarea del historiador. Pues una revolución no es sólo lo que dicen los libros o lo que proponen los programas de sus dirigentes, sino sobre todo lo que hace el pueblo que se rebela.

La genealogía de este hacer es un objeto de estudio prioritario para el investigador de las revoluciones y rebeliones, sus programas políticos, sus acciones y sus imaginaciones.

4. El otro sol

En su manuscrito Sobre el concepto de historia, Walter Benjamin anotó esta tesis [8]:
La lucha de clases, que nunca deja de estar presente para el historiador formado en el pensamiento de Marx, es un enfrentamiento en torno a cosas toscas y materiales sin las cuales no pueden subsistir las cosas finas y elevadas. Sin embargo, sería un error pensar que, en la lucha entre las clases, estas últimas sólo aparecen como botín destinado al vencedor. Para nada es así, puesto que ellas se afirman precisamente en el corazón mismo de ese enfrentamiento. Allí aparecen y se mezclan entre sí tomando las formas de la fe, la valentía, la astucia, la perseverancia y la decisión. Y la irradiación de estas fuerzas, lejos de ser absorbida por la lucha misma, se prolonga en las profundidades del pasado humano. Toda victoria que alguna vez haya sido conquistada por los poderosos, aquéllas jamás han cesado de disputarla. Como esas flores que se mueven hacia el sol, las cosas pasadas, movidas por un heliotropismo misterioso, se vuelven hacia ese otro sol que está surgiendo en el horizonte de la historia. Nada hay menos visible que este cambio. Nada más importante, tampoco.

Revuelta y revolución, el águila y el sol. Será historiadora de una revolución quien sepa ver en su seno la revuelta, sin confundirlas en una y sin separarlas en dos.

* Conferencia magistral en el centenario de la Revolución Mexicana - Université du Québec à Montréal, 12 octubre 2010; y University of California, Berkeley, 23 octubre 2010.

NOTAS
1. “Indios e indígenas actuaron en los conflictos de 1808 a 1821, de diversas maneras participando en la creación de la nación mexicana. Pero sus participaciones raramente unieron una búsqueda de derechos de indios y la promoción de la nación. El derecho indígena, las Repúblicas de Indios, los Juzgados de Indios eran invenciones coloniales, políticas de la monarquía española. La nación y el liberalismo que muy pronto llegaron a guiar la nación nacieron en oposición al derecho indígena. No es de sorprender que por décadas muchos indígenas negociaran para limitar la nación y el liberalismo, luchando en momentos clave en contra del poder nacional y los programas liberales”. (John Tutino, “Indios e indígenas en las guerras de Independencia y en las revoluciones zapatistas”, ponencia presentada en el coloquio “Miradas sobre la historia”, FCPS-Colmex, noviembre 2009).
2. Eric Van Young, La otra rebelión – La lucha por la independencia de México, 1810-1821, FCE, México, 2006, p. 260.
3. Felipe Arturo Ávila Espinosa, Entre el porfiriato y la revolución – El gobierno interino de Francisco León de la Barra, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2005, p. 21.
4. Edward P. Thompson, “History and Anthropology”, en Making History – Writings on History and Culture, The New Press, New York, 1995, ps. 204-205.
5. Walter Benjamin, Écrits français, Gallimard, París, 1991, p. 346.
6. Ibid., p. 352.
7. León Trotsky, Historia de la revolución rusa, Juan Pablos Editor, México, 1972, vol. I, p. 15.
8. Walter Benjamin, cit., p. 341.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

"Aún en ausencia de combates formales, el combate oficial contra los pueblos autónomos es integral"

Guerra contra la experiencia zapatista

La autonomía no descansa

La experiencia zapatista es real y por eso los poderes utilizan tanta guerra para detenerla. Para su frustración, los pueblos zapatistas les muestran que la lucha sigue, que sus formas de gobierno se desarrollan y funcionan con solvencia democrática, gracias a una legitimidad y un compromiso que los malos gobiernos han perdido por completo.

Herman Bellinghausen

Fuente: Desinformémonos

Chiapas, México. Pronto serán 17 años del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en las montañas de Chiapas. Es un lapso grande que abarca cuatro gobiernos federales; resulta fácil olvidar, o distraerse respecto al hecho de que todo ese tiempo, día a día, centenares de comunidades indígenas han vivido en una guerra continua, cuidadosamente diseñada por los altos mandos federales, en sus elementos propiamente castrenses y en las estrategias de contrainsurgencia. Aún ahora que el país entero se militariza y los puestos y controles del Ejército federal ya no son exclusivos de los territorios indígenas (incluyendo Guerrero, Oaxaca, Hidalgo, Veracruz), el territorio autónomo zapatista sigue siendo la región más abrumadora y permanentemente militarizada de todo México.

En estas condiciones adversas, las comunidades rebeldes de Chiapas se las han arreglado para construir una autonomía profunda y realista, con formas de gobierno originales y democráticas que funcionan mejor y con más transparencia que los malos gobiernos dominantes en México, los administrados por la clase política que se reparte en un puñado de partidos que, para fines prácticos, son iguales. Los “gobernantes profesionales” se alían o venden cuando conviene, los principios no son su fuerte. Están en un buen mercado, les reditúa. Tarde o temprano resultan prevaricadores, interesados, autoritarios, mentirosos. Todos (¿hay excepciones?), dispuestos a practicar la represión como método de sobrevivencia. Su relación con las luchas y movimientos sociales, aún cuando logran hacerla clientelar y mediatizadora, busca controlar y desmantelar cualquier alternativa de autonomía, autogestión y democracia comunal. También imponer barreras a lo reclamos de los pueblos indígenas como entidades de la Nación, como mexicanos con todos los derechos, incluyendo el de ser ellos mismos, no importa qué tan “diferentes”.

El logro de la experiencia zapatista de gobiernos autónomos no reside sólo en su prolongada duración de tres lustros y la permanente voluntad pacífica hacia sus hermanos no zapatistas, sino en la construcción, desde la raíz, de sistemas educativos, de salud, de producción agrícola y comercialización de productos, impartición de justicia, comunicación. Todo de manera independiente al deteriorado sistema político. Está abierta a un permanente aprendizaje de su “mandar obedeciendo”. Han materializado una propuesta de cambio en tiempos de conservadurismo, indolencia y mala fe de las estructuras de gobierno. Un mensaje de que las cosas se pueden hacer de otro modo, y bien.

Pero así como la creación y evolución de la autonomía no descansa, tampoco lo hace la guerra contra ella de los gobiernos federal y estatal, que emplean para tal propósito la plenitud de sus recursos bélicos, tecnológicos, policiacos, propagandísticos y económicos, determinados por la elaboración intensiva de lo que se da en llamar “inteligencia”, con explícitos fines de “contrainsurgencia”.

En la presente etapa de esta guerra continua contra los pueblos mayas zapatistas, “de baja intensidad” se le llamaba antes (concepto hoy en desuso, ¿será que su intensidad ya no es tan “baja”?), se expulsa de sus casas y tierras a decenas de familias, bases de apoyo zapatistas. Están los casos de las comunidades tzeltales El Pozo (San Juan Apóstol Cancuc) en julio pasado, y el 9 de septiembre San Marcos Avilés (municipio oficial Chilón, en los límites con Sitalá). Tan sólo en este último fueron obligados a dejar casas y pertenencias 170 personas, bases de apoyo zapatistas organizadas con el caracol de Oventik. ¿La razón? Dicen los expulsores del PRI, el PRD y el Verde Ecologista que “por construir una escuela autónoma”. Y que sólo podrán regresar si dejan de ser zapatistas.

Además de estos “puntos rojos”, donde la violencia se ha desbordado a últimas fechas, permanece invisible, pertinaz, puntual, la presencia de decenas de bases de operaciones del Ejército federal en la selva Lacandona, los Altos, la zona Norte y la selva fronteriza. Ello implica la ocupación militar de porciones importantes del territorio tzotzil tzeltal, chol, tojolabal, y también zoque y mame –sus campos, pueblos, caminos, fuentes de agua-. Las múltiples bases de operaciones de las Fuerzas Armadas brindan además, tácita o descarada protección para los grupos hostiles a la autonomía, paramilitarizados o no.

No pocas veces la contigüidad entre tropas federales y simpatizantes de grupos como Opddic, Paz y Justicia o Ejército de Dios es literal, lo cual ocurre en las bases de Monte Líbano, Toniná, Jotolá y Rancho Nuevo, por ejemplo. Tan sólo en San Pedro Polhó, cerca de Acteal, la ocupación miliar es asfixiante y afecta, hace ya 13 años, a miles de desplazados zapatistas que después de la matanza en Chenalhó durante 1997 ya no regresaron a sus tierras.

La conflictiva “inter” e “intracomunitaria”, creada y fomentada por las autoridades federales, estatales y municipales (oficiales) se “explica” por artificiales argumentos religiosos, o bien agrarios, de pago de servicios, permisos para autopistas, explotación turística, recursos hídricos, la construcción de una escuela; por quita de ahí estas pajas.

La prospección de hidroeléctricas se cierne sobre los ríos Tulijá, Bascán, Usumacinta. Junto con los desarrollos turísticos y la minería, promueve la invasión de grandes empresas nacionales y extranjeras que buscan imponerse aprovechando la guerra en las tierras zapatistas de Chiapas. Para eso las “ciudades rurales”, desintegradoras por reducción a la antigüita (son las Reservaciones del Milenio), brutalmente pro consumistas y al fin, contrainsurgentes. Ya quedó concluida una en Santiago el Pinar, en el corazón de la montaña tzotzil, y ahora se programa otra en San Pedro Chenalhó. Allí, Las Abejas y las organizaciones parroquiales católicas denunciaron que el gobierno de Juan Sabines Guerrero pretende edificar otra “ciudad rural” sin aprobación de la población indígena. A ello el gobierno chiapaneco respondió con virulencia, negándolo declarativamente y acusando a dichas organizaciones de “enemigas de la paz”. No obstante, ahora en septiembre la denuncia fue reiterada por la parroquia pedrana y sus comités eclesiales.

Una guerra con todos los medios

Todo lo expresado hasta aquí, cabe señalar, ocurre en este preciso momento, mientras usted lector, lectora, pone su atención en estas líneas. En Chiapas la guerra sigue.

Aún en ausencia de combates formales, el combate oficial contra los pueblos autónomos es integral. Esto es, incluye de manera destacada campañas mediáticas en base a falsedades, no importa cuan tontas o inverosímiles resulten, ya no digamos verificables. También este frente ha recrudecido de unos meses y semanas a esta parte. No tanto contra el proceso autonómico como contra los mandos zapatistas. Se han vuelto recurrentes las insidias, lucubraciones espectaculares o meras indirectas en las columnas políticas al servicio del gobierno o los consorcios televisivos, sugiriendo que el subcomandante Marcos y/o un fantasmagórico “comando guerrillero” habrían secuestrado al político y magnate panista Diego Fernández de Cevallos, asunto que, en medio del silencio, lleva cuatro meses revulsionando los bajo fondos del poder político nacional.

Los medios en general son bombardeados con informaciones e inserciones pagadas del gobierno de Chiapas. Y por su parte, la academia se lleva su tajada, al precio poco académico de construir sus propias fantasías y sus conclusiones racistas y contrainsurgentes. Disfrazados de hada madrina, figuras del Colegio de México, CIDE o CIESAS “cumplen” con oponerse a la autogestión y autonomía de los pueblos. Su éxito intelectual ha sido pobre y su efecto real, nulo hasta ahora, pero han hecho su luchita por cubrir su cuota de participación en esta guerra integral, elaborando argumentos “científicos” contra los pueblos en resistencia.

En otro episodio, y con naturalidad falsaria, sin el menor escrúpulo profesional, el diario Reforma inventó en abril pasado para su primera plana “revelaciones” trasnochadas sobre la “identidad” del subcomandante Marcos (que resultó corresponder un conocido cooperante italiano) y de la “comandancia” rebelde (quienes eran personas de la sociedad civil también conocidas). La especie fue claramente desmentida, pero el diario en cuestión nunca rectificó ni publicó las versiones que contradecían sus imaginativos reportajes, ampliamente gráficos. Todo fue un chiste vacacional.

Con la misma naturalidad sin fundamento ni pruebas, diversos columnistas tiras (esos sí que son “investigadores”) llevan algunas semanas fabricando una confusa ensalada de especulaciones que revuelven el secuestro de Fernández de Cevallos, las declaraciones del señor La Barbie sobre sus tratos comerciales con las FARC y los clamores dizque destemplados de la señora Hillary Clinton sobre la “insurgencia” en México, que ella atribuye al narco pero es suficientemente imprecisa como para servir a lo que sea. El Reporte Índigo tomó al vuelo esta ensalada en su portal electrónico, y montó un cerro de patrañas delirantes con el fondo musical, tan aterrador supongo, de “El pueblo unido jamás será vencido” en versión de Inti Illimani.

El parlanchín señor La Barbie habría delatado a sus contactos colombianos para surtirse de cocaína. Se supone que ya cayeron presos, y aunque ninguno resultó relacionado con la guerrilla de ese país. Ante la autoridad moral del narcodeclarante y la inocencia pueblerina de la señora Clinton, los columnistas no se arredran, ignorando con heroísmo cualquier verdad que no cuadre con el guión volador que les dictaron. Para lo que pueda ofrecerse.

Entre el clamor de hojalata del Bicentenario y la “guerra” desquiciada y sin fondo del presidente Felipe Calderón Hinojosa contra el “crimen organizado”, que tiene en llamas al país, ¿quién está mirando hacia los pueblos indígenas?

La despiadada guerra de exterminio contra el pequeño municipio autónomo triqui de San Juan Copala, Oaxaca, se pretende definitiva. Allí también, como en Chiapas, los indígenas se inspiran en los incumplidos Acuerdos de San Andrés. Nuevamente, un proyecto autonómico fuera de Chiapas resulta intolerable y se le combate con todo. El gobierno de Ulises Ruiz realmente ha puesto de su parte para que está destrucción se concrete. Así sucedió antes con los proyectos de autonomía en Guerrero, Morelos, Veracruz y Michoacán.

Las difusas fronteras entre instituciones gubernamentales, sistema financiero, empresas trasnacionales y el llamado crimen organizado, hoy son menos discernibles que nunca. A su modo, todos estos actores juegan a la guerra. Participan en el despojo a los pueblos, fabrican migrantes sin esperanza, exprimen los suelos, ríos y aires de las comunidades en liquidación.

En este contexto hostil, persisten los municipios autónomos rebeldes zapatistas, sus cinco Juntas de Buen Gobierno y las comunidades en resistencia de Chiapas. Confirman el alcance de la resistencia y su poder de contradicción constructiva: su guerra es por la paz; para ser plenamente mexicanos y defender nuestra soberanía en riesgo exigen que se reconozcan su particularidad y sus derechos culturales, lingüísticos, políticos; incluso cuando callan dicen mucho más que todo el parloteo de la clase política; en tiempos de globalización, proponen un mundo donde quepan muchos mundos.

La experiencia zapatista es real, dura mientras avanza. Por eso dedican los poderes para detenerla tanta guerra de balas, de billetes, de asfalto y cemento, de falsas promesas, papel y éter televisivo. Para su frustración, los pueblos zapatistas les muestran que la lucha sigue, que sus formas de gobierno se desarrollan y funcionan con solvencia democrática (donde “el pueblo manda”), gracias a una legitimidad y un compromiso que los malos gobiernos han perdido por completo.



viernes, 12 de noviembre de 2010

Despliegue militar de Estados Unidos en América Latina...

Peligra la paz en Latinoamérica

Autor: Prensa Latina

12 November 2010

Fuente y fotos: Contralínea

Liomán Lima / Prensa Latina


Aunque la mayoría de los gobiernos de América Latina construye un futuro menos dependiente de Estados Unidos, este país satura de bases militares la región. Parece inminente el choque de dos proyectos en los países del Sur del continente. Y Estados Unidos ya se encuentra ahí para cuando esto ocurra.


El despliegue militar de Estados Unidos en Latinoamérica a través del aumento de sus bases militares y la acción coordinada entre éstas y la IV Flota podrían poner en peligro la estabilidad de la región.


Según un informe de la Oficina en Washington para América Latina (WOLA, por sus siglas en inglés), esta expansión estratégica podría provocar como respuesta una carrera armamentista en la zona, semejante a la de la Guerra Fría.


El reposicionamiento de Estados Unidos en la zona evidencia que la diplomacia se reemplaza nuevamente por una fórmula agresiva, asegura la WOLA.


En contrapartida, gobiernos latinoamericanos refuerzan sus relaciones con potencias militares como Rusia, China o Francia y realizan grandes inversiones en la compra o en la tecnología de armamentos de punta.


En los últimos cinco años, los gastos en la adquisición de armas en América Latina crecieron cerca de un 150 por ciento, revela una investigación del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos del Reino Unido. No obstante, el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur de Estados Unidos, declaró al Diario de Las Américas que no veía una amenaza militar convencional hacia su país.


Señaló que la presencia estadunidense en Latinoamérica respondía a “un desafortunado grupo de circunstancias”.


Entre ellas, citó al tráfico de drogas y de personas, así como a los desastres naturales, que también, a su juicio, podrían provocar éxodos masivos hacia Estados Unidos, aunque indicó también la actitud de algunos gobiernos, como el de Venezuela.


De acuerdo con el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica, el despliegue de Estados Unidos no se concentra últimamente en el control de los territorios donde ha multiplicado sus bases militares, como sucedió años atrás.


Al parecer, la existencia de estos enclaves, unida al desarrollo de nuevas estrategias, podría garantizar un control casi absoluto de toda la región, asegura el Observatorio.


Las bases de la estrategia


El Pentágono tiene actualmente en propiedad o alquiler más de 700 bases en cerca de 130 países, revela el anuario Base structure report, del Departamento de Defensa de Estados Unidos.


Esto significa que esas tropas se encuentran en cerca del 70 por ciento de las naciones de todo el mundo.


En América Latina, contaban hasta hace poco con 28 enclaves militares, número que ascendió hasta 39 cuando el gobierno panameño cedió otros 11 de su territorio.


Sin embargo, éste es el número reconocido oficialmente, pues expertos aseguran que operan además en un amplio número de bases secretas de la red de espionaje Echelon.


Washington ha manifestado su interés por establecer nuevas instalaciones en Paraguay, El Salvador y Argentina, así como en el control de la base aérea de Alcántara en Brasil.


Durante 2009, el entonces gobierno de Álvaro Uribe firmó un controvertido acuerdo militar que permitirá a Estados Unidos el uso de siete bases en territorio colombiano.


Aunque el Congreso de ese país andino declaró inconstitucional el tratado, el nuevo presidente colombiano, Juan Manuel Santos, asegura que buscará otros métodos para hacerlo viable.


En todo este tiempo, los militares estadunidenses que llegaron a esa nación suramericana tras el convenio con Uribe permanecen en suelo colombiano.


En julio último, Costa Rica autorizó la llegada a su territorio de tropas estadunidenses, con el objetivo de realizar operaciones militares, antinarcóticos y acciones humanitarias, a decir de la prensa local.


Según se informó entonces, entre julio y diciembre de 2010 realizarán operaciones en las aguas de Costa Rica 46 navíos, 200 helicópteros, 10 aviones, dos submarinos y más de 7 mil soldados estadunidenses.


Esto sucede aun cuando la constitución de este país prohíbe la existencia de fuerzas armadas, al punto de no contar con ejército nacional desde la década de 1940 ni con equipos de defensa propios.


En enero, tras el terremoto en Haití, Estados Unidos envió más de 20 mil soldados y equipos militares al Caribe.


Declaraciones de la Casa Blanca indicaron que la movilización de las tropas buscaba asistir a los haitianos ante la catástrofe y brindar asistencia humanitaria.


Ante este hecho, gobiernos de la zona manifestaron su malestar por la desproporción en el número de soldados y de equipos de guerra, que incluía varios buques, uno de ellos de asalto anfibio.


Recientemente, el gobierno de Alan García en Perú, a pesar de las protestas populares, manifestó su disposición a acoger más fuerzas militares en el país, donde ya existen tres bases.


Analistas explican que esta forma de intervención militar se hace peculiar al no realizarse por la fuerza, la amenaza o la presión, sino que cuentan con el apoyo y el acuerdo de los gobiernos.


Para esto, el ejército estadunidense justifica su presencia como una causa común para el beneficio y la estabilidad de Latinoamérica.


Documentos del Pentágono alegan que en los países donde existen convenios con sus tropas, se garantiza la cooperación militar, la asistencia humanitaria, atención a desastres, seguridad marítima y lucha antidroga.


Esto muestra una nueva variante en las relaciones de Estados Unidos con América Latina, basada en convertir en “aliados” a gobiernos de la región, asegura el Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.


Las nuevas fronteras

El control estratégico de Estados Unidos no parece limitarse a la posesión de bases, sino que a esto se une la vigilancia de los mares por la Cuarta Flota estadunidense.


Esta escuadra, uno de los 13 destacamentos de las fuerzas navales estadunidenses que patrullan los océanos del mundo, había dejado de operar desde finales de la Segunda Guerra Mundial.


Pero desde 2008, navega en el teatro de operaciones militares responsabilidad del Comando Sur, encargado del control de las fuerzas de Estados Unidos en América Latina.


El área de control de este comando, uno de los 10 del Departamento de Defensa, abarca 19 países de Centro y Suramérica, y 12 países del Caribe, lo que representa cerca de 16 millones de millas cuadradas de envergadura.


El documento, guía de la Fuerza Aérea estadunidense, establece que el recorrido de la Flota por las costas de América debe estar conectado directamente con el de los enclaves.


La flota deviene así otra base móvil, que puede servir como un punto de apoyo estratégico y garantizar una respuesta militar inmediata o de “acción rápida”.


De esto se deduce que la estrategia de control está diseñada de forma tal que lo importante ya no es únicamente estar en el lugar, sino poder llegar a él con rapidez.


A esto se une el recorrido que realiza desde mayo por varios países de Latinoamérica el HSV 2 Swift, un catamarán de grandes dimensiones y velocidad , “como parte de un programa de intercambio” en la región.


Esta nave, por su diseño, permite presentarse rápidamente ante cualquier misión, sin necesidad de permanecer mucho tiempo en puerto, a decir del Comando Sur.


Del accionar conjunto de estas fuerzas, podría surgir el llamado “escudo protector”, una estrategia para alcanzar cualquier lugar en corto tiempo y garantizar la supervisión casi total por fuerzas de tierra, mar y aire.


Las causas


En este tipo de operaciones participan también otras agencias estadunidenses, tanto del Ejército y la Armada, la Fuerza Aérea y Guardacostas, como grandes empresas de corte privado, informa la página oficial del Comando Sur.


Este hecho ha levantado más de una vez la oposición de grupos progresistas de América Latina, como evidencia de que la militarización sirve también para garantizar el lucro de las trasnacionales.


Documentos de la Campaña por la Desmilitarización de las Américas informan que estos proyectos militares mueven cerca de 100 mil millones de dólares por año hacia las arcas de las grandes empresas.


Para el sociólogo James Petras, los arquitectos de la estrategia castrense de Estados Unidos en América Latina tienen en cuenta principalmente los intereses económicos a la hora de formular sus políticas.


Entonces beneficios, mercados y acceso a materias primas, en particular a fuentes de energía, constituyen las bases de esta política de Estados Unidos en la zona, asegura Petras.


Sin embargo, expertos afirman que éste no es el único eje sobre el que se debe pensar el actual despliegue militar de Washington en la región.


Aunque Estados Unidos describe los acuerdos como una prolongación de la cooperación militar con América Latina, otros ven en ello una respuesta a las políticas de gobiernos de izquierda, como el de Venezuela o Bolivia.


El documento guía de la Fuerza Aérea establece que los movimientos de la flota estarán también orientados a combatir, por razones de seguridad nacional, lo que denomina como “ideologías en competencia”.


Éstas son, según el documento, aquellas que el gobierno de Estados Unidos considere como una amenaza para la estabilidad y la democracia en la zona.


Un estudio del Centro de Política Hemisférica de la Universidad de Miami consideró recientemente al presidente venezolano Hugo Chávez como una amenaza a la seguridad de Estados Unidos.


El gobernante latinoamericano, por su parte, denunció en la última Cumbre de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (integrada por Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas y Venezuela) lo que consideró una militarización de América Latina por Estados Unidos, para intimidar a los gobiernos progresistas.


Como otras causas de esta creciente presencia militar, los estudiosos señalan la posibilidad de confrontar en un futuro al actual modelo de seguridad brasileño (encaminado a defender la Amazonia y grandes reservas petroleras submarinas) y de hacer un círculo alrededor del conflicto colombiano.


Igualmente, afirman que se busca dar señales a Rusia, China –dos potencias con un papel creciente en asuntos de cooperación internacional, militar y energética en América Latina– e Irán, con inversiones en diversas áreas.


Las consecuencias colaterales de estas políticas son varias. Se señalan, entre éstas, la destrucción ambiental y la pérdida de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.


En la reciente Cumbre de las Américas, de Puerto España, el presidente estadunidense Barack Obama aseguró que su país vive una nueva etapa en las relaciones con Latinoamérica basadas en un diálogo amistoso y en la búsqueda de la estabilidad.


La red de bases y flotas de Estados Unidos en la región tal vez sea la mejor coletilla para su discurso.


Fuente: Contralínea 207 / 07 de Noviembre de 2010

martes, 9 de noviembre de 2010

Resolutivos XV Aniversario de la Policía Comunitaria. Parte II


RESOLUTIVOS DE LAS MESAS DE DISCUSIÓN
XV ANIVERSARIO DE LA POLICÍA COMUNITARIA DE LA COSTA CHICA Y MONTAÑA DE GUERRERO
Mesas 6 a 10
Fotos y textos: Policía Comunitaria

Mesa 6. Defensa del territorio, soberanía alimentaria, agricultura sustentable y economía solidaria

El agua no es recurso, es parte de la tierra y se debe cuidar para ser sustento y vida. Los ríos aun pueden salvarse para la producción de pescados y mariscos. Necesitamos agua para la siembra de los campos y para guardar alimento.

De nuestra costa a la montaña todavía sembramos maíz, frijol, chile, tomate, calabazas, verdolagas, chayote, pepino y hierbas regionales.También nanche, naranja, limón, guayaba, coco, plátano, piña, mango, papaya, sandía, melón, capulín y jícama. Tenemos buen café, flor de jamaica y tamarindos. Aun podemos producir ajonjolí, hongos, cacahuates, camarón, iguana y quesos.

¿Qué podemos hacer para recuperar nuestros territorios y sus riquezas? Es nuestro deseo compartir con compañeros esta situación para escuchar las voces de otros pueblos, para intercambiar experiencias y caminar hacia la liberación.

POR ESO DECIMOS NOSOTROS:

1. Para cuidar la seguridad de nuestros pueblos vamos a vigilar la alimentación y la nutrición de todos y todas
2. Para recuperar el campo es necesario hacer justicia por el camino de la Soberanía Alimentaria, que es volver a tomar nuestras decisiones sobre lo que sembramos, producimos, comemos e intercambiamos. Cuidar la tierra de semillas transgénicas y químicos que contaminen
3. Para controlar los alimentos que entran a nuestros territorios es necesaria la Autonomía Alimentaria para vigilar y controlar los programas de gobierno y resguardar las carreteras de la zona
4. Para recuperar la Identidad Alimentaria es necesario volver a comer lo de antes y rescatar a los viejos y sus curas
5. Para limpiar los caminos y las calles de basura es necesario dejar de consumir lo que ensucia y lograr la Independencia Alimentaria
6. Para liberarnos es necesario cuidarnos entre todos y todas, el suelo es de todos y declaramos que:
a. El alimento no es mercancía
b. La tierra no es recurso
c. Nosotros no somos recurso del gobierno ni mercado del capitalismo
d. El territorio es un todo, el aire, el subsuelo, el agua, la tierra y
toda su riqueza

EL RESPETO A NUESTRO DERECHO A LA ALIMENTACION SERA JUSTICIA.

Mesa 7. Derecho a la Consulta, Cultura y Pueblos Originarios Me’phaa, Ñu savi, Ñomndaa, Nahuas y afromestizos.

El tema discutido en la mesa 7 es particularmente complejo puesto que el planteamiento hace referencia a todos aquellos derechos que involucran a las comunidades originarias, desde salud, alimentación, educación, entre otros. La amplitud nos obligo a modificar el título de la mesa y a centrar nuestra atención al principio que establece que todas las comunidades tienen el derecho de ser incluidos en el diseño y ejecución de planes y programas que los afectan directa o indirectamente, el derecho a la consulta.

Partiendo de la idea popular sobre que el gobierno no hace nada en lo relacionado con las comunidades originarias, debemos asegurar que es una idea equivocada, el gobierno sí está haciendo cosas y no necesariamente positivas. Actualmente hay 5 iniciativas de ley y su resultado va a afectar directamente a todos los pueblos, ninguna de ellas ha sido discutida a profundidad por aquellos a quien involucra.

En este sentido, el motivo de esta mesa fue revisar y hacer uso de los mecanismos que tienen los pueblos originarios para discutir previamente cada iniciativa de ley, mucho antes de que se pretenda aprobar cualquier proyecto legislativo que los involucre directa e indirectamente.

Para ejercer este derecho plenamente, no basta ser consultados para aprobar o rechazar una propuesta. Más importante aún es el derecho a involucrarse en la formulación de equipos que participen activamente en la construcción de iniciativas, que la población reciba la información adecuada y veraz de los beneficios, consecuencias y alcance de sus objetivos, que incidan en la toma de decisiones.

Como muestra de la falta de voluntad política y la facilidad que tienen para romper los acuerdos, el poder legislativo del Estado de Guerrero está impulsando la aprobación de la iniciativa de ley sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, propuesta que carece de las garantías estipuladas en los artículos 5 y 6 del Convenio 169 de la OIT, de la Declaración de los derechos Indígenas de 2006 y las establecidas en los artículos 7 y 26 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Por lo tanto, los acuerdos de la mesa fueron los siguientes:

Ante dicha situación, la mesa decidió externar su profundo rechazo y pronunciarse en contra de esta iniciativa que no incluyó la consulta a los pueblos originarios en la construcción de sus propias leyes, manteniendo la visión de que los pueblos originarios son objeto y no sujeto de derecho.

Se resolvió crear una comisión que presente el presente resolutivo ante la comisión de Asuntos Indígenas del Congreso Local y el Nacional. Esto con la finalidad de frenar la ley que se está impulsando y replantear los mecanismos para la discusión de un nuevo proyecto que involucre a los pueblos originarios en su formulación.

Se resolvió el establecimiento de comisiones que deben dar seguimiento a los temas y asumir la responsabilidad de este documento. Cada comisión debe estar conformada por el comisario y el comisariado ejidal (representante ejidal, jurídico) además de nombrar a compañeros y compañeras promotores capacitados a través de talleres. El objetivo es reproducir la información a través de la realización de asambleas en cada comunidad, municipio o pueblo con la finalidad de difundir la información adecuada y completa en las distintas lenguas, permitiendo por una parte un proceso de toma de decisiones más democrático y plural sobre los asuntos que son consultados y por otra la generación de proyectos que respondan a las necesidades de la comunidad.

Mesa 8: de Derechos de la Mujeres y Procesos Organizativos

Las y los participantes de la Mesa de Derechos de la Mujeres y Procesos Organizativos, al sesionar el día jueves, 14 de octubre de 2010 en el marco del Encuentro Nacional por la Justicia y la Seguridad de Nuestros Pueblos, reconocemos que las mujeres indígenas de las comunidades integrantes de la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias hemos estado presente y participando activamente dentro de nuestra organización a lo largo de sus quince años de vida. Nosotras tenemos una historia de lucha, de pertenencia y movilización en este proceso. A lo largo de estos años de construcción y desarrollo de la CRAC hemos estado a la par de los varones con algunas consecuencias y costos como la crítica, la desaprobación de nuestros maridos, dejar a la familia, salir de la comunidad y hasta la perdida de nuestros hijos/as. A pesar de ello hemos tenido grandes logros en este proceso como el conocimiento de nuestros derechos, el desarrollo de nuestros liderazgos, el incremento de la participación comunitaria de las mujeres y la presencia en espacios de coordinación al interior de la CRAC.

Ha sido planteada de manera reiterada en esta mesa la necesidad de que nuestra participación sea reconocida y claramente incorporada en la historia oficial de nuestra organización, requerimos un lugar de honor en los discursos de nuestros compañeros y en las decisiones de la vida cotidiana para las acciones futuras.

Durante la mesa, al compartir nuestras experiencias con compañeras de organizaciones del estado y del país, encontramos coincidencia al identificar los derechos por los cuales hemos luchado, siendo estos:

Derecho a decidir y participar; Derecho a ser reconocida y que se escuche nuestra voz; Derecho a la Salud; Derecho a la Educación; Derecho a ser atendidas con calidad; Derecho al territorio; Derecho a que se reconozca nuestra identidad y nuestra diversidad cultural; Derecho a decidir cuántos hijos queremos tener; Derecho a la impartición de justicia; Derecho a no vivir violencia desde el estado, la comunidad y la pareja; Derecho a heredar los bienes de la familia; Derecho a ser atendidas en caso de enfermedad; Derecho al trabajo digno y bien pagado; Derecho a no ser forzadas a tener las relaciones sexuales; Derecho a no ser criticadas al participar; Derecho a ser elegidas y ejercer cualquier cargo de representación como comisarias, coordinadoras, comandantas, etc.

Identificamos también los obstáculos que se han presentado y se presentan en nuestro trabajo cotidiano que impide avanzar en igualdad con los compañeros: No es fácil participar, (culpa) dejar a los hijos o traerlos, negociar con la pareja, vencer nuestros miedos y convencer a los otros, el miedo a ir a buscar justicia y llevar esos asuntos, desconocimiento de derechos y la claridad entre derechos y deberes, así como de las leyes, a nivel nacional e internacional y consecuentemente la falta de ejercicio de derechos, limitaciones económicas que demandan empleo y falta del mismo, subordinación a nuestros roles de género tradicionales, el machismo, chismes, malas costumbres (fuga, matrimonio forzado), la violaciones sexuales, la violencia adentro de las comunidades, la violencia desde el estado, las agresiones físicas y la creciente militarización, la muerte materna, “no nos dejan participar porque somos mujeres”, nos dan los cargos y no los aceptamos, costos personales del liderazgo, la justicia beneficia a los hombres, nuestra imagen se afecta cuando estamos en proceso de reeducación, al interior de la CRAC, cuando ha habido problemas con las mujeres, la solución ha sido sacarlas y además se mantiene el machismo en la Coordinadora.

Es importante señalar que frente a estos obstáculos es necesario que la CRAC tome definiciones y se puedan subsanar. Así nuestra conclusión más importante es: Mantener la lucha por el reconocimiento de los derechos las mujeres, al interior de las organizaciones, en las normatividades y la legislación para el efectivo y pleno ejercicio de los derechos y para que los hombres se comprometan a incorporarlos y defenderlos; No habrá autonomía y respeto a los derechos de los pueblos indígenas sin reconocer los derechos de las mujeres y su participación en las luchas.

Nuestras propuestas son:

+Fortalecer los vínculos de las mujeres al interior de la CRAC y entre las organizaciones participantes en el Encuentro para avanzar de manera unificada en la lucha por nuestros derechos en los espacios locales, regionales, nacionales e internacionales.
+Que se desarrollen estrategias para atender las situaciones de violencia contra las mujeres, desde el estado y en las comunidades.
+Promover la participación de las mujeres en espacios de decisión de la CRAC, mediante el impulso de formas organizativas propias de las mujeres, tanto en sus comunidades como en la coordinación.
+Desarrollar estrategias y espacios de formación y capacitación permanente para las mujeres, recuperando las experiencias y el acervo individuales y colectivas
+Que las autoridades locales o comunitarias reconozca las figuras de las promotoras al interior de la CRAC, tales como promotoras de justicia y promotoras de salud que están en las comunidades, como mecanismo para fortalecer la participación de las mujeres.
+Promover acciones para visibilizar en la historia de la CRAC, el papel que han jugado las mujeres en la historia oficial de la CRAC.
+Sensibilizar y comprometer a los varones en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y en la apropiación de sus demandas, como parte de la lucha de los pueblos indígenas y las organizaciones sociales.
+Revisar el reglamento interno de la comunitaria para que reconozca y estimule el ejercicio y respeto de los derechos de las mujeres.
+Analizar las políticas de impartición de justicia y de reeducación para que incluya la visión de las mujeres.
+Promover la articulación e intercambio de experiencias entre las promotoras de justicia y las integrantes de las comisiones de mujeres, que permitan recuperar experiencias previas y definan acciones conjuntas futuras, con el respaldo de la CRAC.
+Crear campañas y desarrollar acciones que promuevan la participación y los derechos de las mujeres.
+Abrir espacio de discusión en todo el territorio comunitario, respecto a la Carta de Derechos de las Mujeres, recuperando los documentos previos, para construirla colectivamente e incorporarla a la reglamentación interna de la CRAC.

Mesa 9. Radios y comunicación comunitaria

Condenamos la criminalización, persecución y hostigamiento de las comunidades que ejercen el legítimo derecho a la libertad de expresión. La participación de la comunidad en el trabajo de la radio es clave para la defensa y fortalecimiento de la identidad. Si golpean a la radio golpean a la comunidad.

Es por esto que hacemos un llamado a iniciar desde abajo el fortalecimiento de la Radio Comunitaria de San Luís Acatlán, porque a través de la experiencia concreta es que toma fuerza la organización de nuestros pueblos. Así también llamamos a hacer una campaña en defensa del legítimo derecho de nuestros hermanos amuzgos de decir y comunicar su palabra a través de la radio comunitaria Ñomndaa.

Sabemos que en la ley actual no vamos a encontrar respuesta a nuestras necesidades como pueblos, por lo que llamamos a fortalecer la solidaridad entre comunidades, e iniciar el proceso de construcción de una Ley Popular de Radios Comunitarias, escrita y legitimada por los pueblos.

APOYAR CON TALLERES A LA RADIO DE LA POLICÍA COMUNITARIA
Que dado que nos encontramos en el XV aniversario de la Policía Comunitaria queremos fortalecer su proceso de radiodifusión. La radio de la UNISUR se comprometió a dar talleres de capacitación técnica y de otros aspectos (como locución) a los miembros de la Radio de la Policía Comunitaria. Una propuesta es que UNISUR se desplace a dar talleres, la otra propuesta es que la radio de la PC pueda constituir un equipo para que vayan a recibir un taller junto con otros jóvenes a la unidad de Santa Cruz, Xalitla o de Cuajinicuilapa.

APOYAR SOLIDARIAMENTE A RADIO ÑOMNDAA
También se ofreció apoyo a Radio Ñomndaa por el hostigamiento que está sufriendo. Tanto Radio Ñomndaa como Tlachinollan pueden dar a conocer el proceso con detalles a través de una lista de correos que se creó, y se está iniciando una campaña de cartas solidarias para enviarla a las autoridades del estado de Guerrero (Tribunal Superior de Justicia, Procuraduría General de la República…) para que se levante la voz y se aplique el convenio 169 de la OIT, cosa que no está reconociendo el Juez.

CREAR UNA RED DE SOLIDARIDAD
Crear una red de solidaridad para poder reaccionar conjuntamente antes las agresiones. Se habló de que siempre han existido dos extremos: el que habla de hacer una nueva constituyente (más radical), otro que es más progresista que piensa que se pueden ocupar las leyes que tenemos. Hemos de tener una coordinación para nuestras actividades, seamos de una ideología o de la otra. Sería útil una calendarización aquí de reuniones entre radios comunitarias.
Dentro de la propuesta está la de crear un portal donde cada cual pueda subir información: talleres, marco legal, medidas de seguridad. Una red pública que sirva también como intercambio de convocatorias y para una campaña de difusión sobre las radios comunitarias.

LEY POPULAR DE RADIOS COMUNITARIAS
Ante el vacío legislativo que existe actualmente en el marco normativo mexicano, escribir una ley popular de radios comunitarias hecha y legitimada por los pueblos.

DIFUSIÓN DE MECANISMOS DE SEGURIDAD
Estos mecanismos deben tener en cuenta antes (prevención), durante (conocimiento de los derechos legales, reacción de la comunidad) y después de la represión.

RADIO CHILAPA avisa de que el 18, 19, 20 de noviembre cumple cuatro años y celebrará su aniversario.

Mesa 10: Construcción del poder popular, participación ciudadana y democracia.

Acuerdo sobre el poder popular:

El poder como existe y se practica actualmente no es un poder construido desde abajo, sino varios poderes construidos y ejercidos desde diferentes grupos particulares con intereses específicos y desde arriba. Existe la necesidad de construir y ejercer uno o varios poderes populares desde los diferentes grupos y en diferentes niveles, pero siempre desde el pueblo. Sobre la construcción y el ejercicio de este poder popular existen dos principales visiones: una plantea la construcción de este poder para acceder al estado y transformar el sistema democratizándolo, la otra plantea la construcción de un poder creado por el pueblo y para la defensa del pueblo para fortalecer los proyectos de las bases sin la lucha por el poder del Estado.

Reflexiones

El individualismo es la mejor manera de permitir que el gobierno imponga las intenciones de los poderosos, la organización colectiva comunitaria, por el contrario, es la forma de oponerse a esas formas de dominación. “Si el gobierno encuentra un camino de arena pasa fácil, pero si encuentra piedras no va a poder”.

El poder político construido o conquistado por el pueblo se mantiene más allá de los tiempos impuestos por la política, es decir que trasciende los procesos electorales propios de la forma de acceso al poder por medio de las plataformas de los partidos. En este sentido la organización social constituye la manera más sólida de establecer un ejercicio efectivo del poder popular.

+La autocrítica en la CRAC y la crítica desde fuera son esenciales para la consolidación y crecimiento de la misma, pues hay muchos vicios dentro del proyecto aparte de la cooptación partidista y el asesinato de miembros. Esos vicios tienen que empezar a diluirse pues contribuyen a generar problemas y no a solucionarlos.
+Es preciso construir relaciones horizontales en la forma de gobernar y sobre todo a nivel de las relaciones sociales en general, de otra forma siempre se privilegiarán intereses particulares que no generan soluciones reales para los problemas colectivos.
+Atacar la delincuencia no es atacar las causas verdaderas que la producen, pues esta es fruto del sistema económico imperante que crea la desigualdad social y promueve el individualismo, por ello si la CRAC no avanza de manera integral abordando otras cuestiones fundamentales como la salud, la educación y la soberanía alimentaria, corre el riesgo de no lograr sus objetivos.
+Además del proyecto de justicia y seguridad pública, es necesario fortalecer un proceso integral de desarrollo comunitario con educación, salud, desarrollo tecnológico y otros aspectos que fortalecerán el proceso de justicia y seguridad.
+Los partidos políticos deben ser excluidos de la toma de decisiones sobre las acciones, la estructura y gestión de la Policía Comunitaria, para que ésta no funcione como una herramienta más del Estado para llenar espacios problemáticos que no atiende el gobierno.
+Se debe fomentar la vinculación de las diferentes organizaciones para apoyar el proyecto integral de la CRAC en todos los ámbitos donde presenta deficiencias y donde otras organizaciones ya se han fortalecido.
+Vincularnos y discutir en las mesas de trabajo de los aniversarios de la CRAC con los policías que la integran, de manera que se fortalezca la formación de los comunitarios.
+Debemos unirnos en la lucha, basándonos en los puntos de acuerdo colectivo y dejar los desacuerdos para el trabajo individual de las organizaciones.
+El problema de la lucha por la defensa de los pueblos y el territorio no solo es mexicano, sino latinoamericano. Es pertinente llamar a un foro latinoamericano, para la discusión de la problemática.

¡La lucha de las mujeres no es para dividir, sino para sumar!
¡Estamos trabajando por nosotras y por las otras!
¡Un pueblo somos hombres y mujeres con los mismos derechos!
¡El reconocimiento a las mujeres será justicia dentro de la CRAC!

¡No es una lucha solo personal. Estamos participando de manera colectiva, somos transitorias en la historia, no es la lucha de nadie, sino de todas. Es para que otras mujeres gocen, se comprometan y avancen!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Resolutivos XV Aniversario de la Policía Comunitaria. Parte I

RESOLUTIVOS DE LAS MESAS DE DISCUSIÓN
XV ANIVERSARIO DE LA POLICÍA COMUNITARIA DE LA COSTA CHICA Y MONTAÑA DE GUERRERO


Mesa 1: Seguridad Justicia y Reeducación de los pueblos

Participantes: CIPO-Guerrero, Pruden (Chiapas), Luz de la Montaña, Movimiento Urbano Popular de Iguala y Taxco, Prepa 3 de Iguala, SIPAZ-Chiapas, Ejido Tila (Chiapas) Comunidad Purépecha de Cheran (Michoacán -CNI), Ya Basta (Italia) y Representaciones de Comisarios y Ex-Comandantes del sistema de justicia de la Policía Comunitaria, Serpaj (Cuernavaca), Unión popular José Ma. Morelos y Pavón (Edo. Mex).
Ponentes: ANA HILDA RAMIREZ (ENAH), RACHEL SIEDER (CIESAS), PAULINA FERNANDEZ (UNAM), LEIF KORSBAEK (ENAH)

En el debate que se suscitó durante la mesa, se abordaron diferentes temas.

Los problemas de inseguridad e injusticia que viven los pueblos en sus regiones, y las formas en que se están organizando o quisieran hacerlo para crear una justicia y una seguridad propia.
Para el caso de la Policía Comunitaria, las comunidades vivían en una situación de violencia insoportable, los continuos asaltos y robos los llevó a organizarse y de esta forma no ejercer juicios arbitrarios o ejecutar la justicia por propia mano, sino de acuerdo a las decisiones condensadas colectivamente entre todas las comunidades.

La comunidad purépecha de Cheràn, y en general toda la zona indígena de Michoacán, está muy golpeada por el clima de violencia que se origina por la lucha entre bandas de narcotraficantes, entre estas y el Ejército, y por el poder corrupto y coludido con los criminales que ejercen las autoridades a nivel local y estatal. Por otro lado, la comunidad protagoniza una dura lucha contra el despojo de sus recursos naturales, como el bosque y el agua, por parte de empresas madereras y de empresarios que implantaron el cultivo del aguacate en los terrenos desmontados. Frente a esta situación, las comunidades tratan de organizarse para garantizar la seguridad de los comuneros a través de las Rondas Comunales, pero encuentran mucha dificultad ya que la violencia que enfrentan es demasiado fuerte.

El despojo de la tierra colectiva es el problema que enfrentan los ejidatarios de Tila, comunidad indígena Chol de la zona norte de Chiapas, adherentes a la Otra Campaña.

Por su parte, el Municipio Autónomo de San Juan Copala sufre el acoso de grupos paramilitares, ligados a partidos políticos; reflexiona sobre las graves divisiones que los partidos políticos generan en las comunidades. En el caso de San Juan Copala, la organización de los pueblos permitió poner un alto a la violencia y trabajar en proyectos de comunicación y educación por dos años, pero actualmente la población que pertenece al Municipio Autónomo ha sido expulsada de la comunidad por los paramilitares y los desplazados viven en la Ciudad de Oaxaca y la Ciudad de México.

Otras participaciones se enfocaron a pensar como construir la justicia y la seguridad de los pueblos en contextos urbanos y no indígenas. Es el caso del Movimiento Urbano Popular, ubicado en la zona norte del estado de Guerrero, y de la Unión popular José Ma. Morelos y Pavón del Estado de México. Esta es una organización de carácter educativo que trabaja con jóvenes de educación media superior. Mencionaron que, mediante el dialogo y la comunicación, al interior de la escuela se ha podido generar un ambiente humano que ha permitido crear una dinámica de seguridad a lo interno de la escuela.

Valores y principios que animan los proyectos de justicia y seguridad de los pueblos
Se hizo un gran énfasis en el carácter colectivo y comunitario de la justicia que están haciendo los pueblos. El hecho de que las decisiones que se toman están consensadas en asamblea les da una gran legitimidad, a pesar de que algunos desde afuera puedan no compartir los métodos que se usan.

Por otra parte se dio una gran relevancia a la práctica de la reeducación, central en la experiencia de la CRAC-Policía Comunitaria. Varios de los presentes expresaron que la justicia es un valor, que debe ser construida por medio de la educación. En este sentido, la reeducación que se aplica como castigo es parte del mismo proceso de educación de las personas; donde no llega o ha fallado la educación que los padres dan a los hijos, allí intervienen las autoridades y por medio de la reeducación. El representante del colectivo SERPAJ de Morelos planteó que la Policía Comunitaria tiene dos fuertes armas. La primera, que es el fusil, tiene efecto para la necesidad inmediata, que es detener el crimen. La segunda, y la más potente, es la reeducación, ya que es un arma que surte efecto en el largo plazo y abre la posibilidad de generar un orden social basado no en la obediencia y el recurrente castigo, sino en la educación y la dignidad.

La relación con el Estado
Todas las organizaciones participantes expresaron que nunca han buscado la confrontación con el Estado, pero la ineficiencia y la corrupción de las instituciones los ha obligado a resolver los problemas de inseguridad e injusticia a través de la organización autónoma. El representante del ejido Tila de Chiapas mencionó que los ejidatarios han buscado la justicia recurriendo a las leyes y las instituciones estatales, sin embargo con frecuencia el mismo estado no respeta sus propias leyes y es muy difícil que para los pueblos indígenas haya justicia. Muchas veces la legislación está muy avanzada en el reconocimiento de los derechos de los pueblos, pero en la práctica estos siguen siendo desconocidos. Esto sí, siempre hay represión cuando los pueblos se organizan para hacer frente a sus necesidades.

Muchas de las organizaciones participantes estuvieron de acuerdo en que no hay que buscar el reconocimiento del Estado, sino exigir el respeto a las formas de justicia propia, reconocidas plenamente en la legislación internacional.

Vinculación entre organizaciones
La necesidad de crear vínculos entre organizaciones se planteó como necesaria para poder reivindicar con más fuerza la legitimidad de los sistemas de justicia y seguridad propia frente al Estado; y también para fortalecer el trabajo de cada una de las organizaciones. La necesidad de la vinculación surgió al darse cuenta de que se viven problemas similares, y asimismo que las prácticas de justicia y seguridad en los pueblos tienen elementos muy parecidos. Se acordó crear un directorio de las organizaciones presentes en la mesa para poder intercambiar información sobre el trabajo que está realizando cada uno, y difundir más ampliamente noticias y denuncias a los contactos que tiene cada uno. Todos los presentes estuvieron de acuerdo en la necesidad de dar visibilidad en los medios a las experiencias de la justicia de los pueblos, en particular en los medios alternativos que son muy receptivos a estas temáticas.

Se propuso, aunque no hubo la posibilidad de consensarlo, que se formara una Red Nacional de Justicia y Seguridad de los pueblos, que se integraría con las organizaciones presentes y se iría ampliando, con el fin de hacer más estrechos los vínculos y sostener los procesos de justicia y seguridad que se están creando o ya existen en las regiones indígenas. Asimismo, se propuso realizar encuentros periódicos para seguir debatiendo esta temática, en diferentes lugares; y que el primer encuentro sea en seis meses.

MESA 2: LUCHA DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS EN LA CONSTRUCCIÓN DE MÉXICO

Diversas comunidades originarias y organizaciones civiles de México, a través de sus representantes se reunieron para reflexionar sobre el papel de los pueblos originarios en los procesos históricos de la independencia y la revolución, a propósito de la celebración del bicentenario y centenario, respectivamente. Misma celebración en la que las luchas de los pueblos originarios han sido relegadas.

Consideramos que esta discusión es importante porque en Guerrero las acciones que llevaron a cabo los indígenas en la independencia y la revolución. La lucha en dichos procesos históricos, no puede entenderse sin los conflictos por diferentes proyectos entre mestizos, criollos, peninsulares e indígenas.

Además coincidimos que en estos temas han estado marcados por la omisión de la historia oficial para hacer tan siquiera mención de la participación de mestizos, mulatos, indígenas en el proceso de independencia. No deben verse a grupo como Los Insurgentes como únicos actores en tal suceso, porque no eran un grupo homogéneo, sino con sus mismas contradicciones, precisamente porque eran grupos raciales diferentes, pero tuvieron como propósito común la lucha por ejercer su libertad, como individuos y como colectividad.

Además, notamos que las luchas que se emprendieron en estos dos eventos no están registradas en los libros, ni en la historia oficial, han quedado en la memoria colectiva de los pueblos gracias a la tradición oral.

Notamos que en la memoria del pueblo no está en las luchas de independencia, y un poco en la revolución. Las acciones más recientes en la región son las que dan impulso a la gente en este momento; por eso Genaro Vázquez Rojas está presente. Si bien aquellos tenían las ideas de los insurgentes de la independencia y revolucionarios, ahora es difícil tenerlo en la memoria.

CONCLUSIONES

Como pueblos originarios consideramos que en el camino a la construcción de otro país, es necesario dejar a un lado las divisiones entre los mismos pueblos originarios.
Los estudiantes de las diversas universidades de Guerrero, consideran que es vital tomar en cuenta la construcción de otro conocimiento incluya las vivencias de los pueblos originarios.

De crearse un México distinto, se necesita cooperación y voluntad entre los mismos pueblos, esto asegura el entendimiento de México con otra visión, distinta a la impuesta por aquellos que no están de acuerdo con las formas propias de la organización comunitaria de los pueblos originarios.

Todos los participantes reconocen la labor de la policía comunitaria, a distancia de 15 años de su creación. Lo citan como ejemplo de una organización que ha dado batalla a acciones que atentan contra el bien de la comunidad. Pero también reconocen los restos a los que se enfrentan, la responsabilidad que tienen de actuar con honestidad y disciplina, aun cuando los recursos sean tan escasos para su mantenimiento.

También se reconoce que la dinámica de la policía comunitaria es una experiencia única que no puede compararse a la de otras regiones de nuestro país, dado que la región de la montaña de Guerreo es única. Pero no por ello quiere decir que no existan otras formas de organización en el país que brinde seguridad comunitaria.

Con respecto a la percepción que tienen los pueblos originarios de los festejos del bicentenario de la independencia y el centenario de la revolución por parte del gobierno mexicano, consideran que no hay una inclusión de lo que festejan las mismas comunidades indígenas: la lucha y la resistencia a ser reprimidos. Exigen un respecto a las comunidades, respeto de ser y de pensar por ellas mismas y se expresa la preocupación de no incluir a las mujeres como sujetos históricos que han dado lucha en procesos conflictivos y que dan re-definición a formas organizativas comunitarias, no sólo en la historia oficial, también en la de nuestras comunidades.
Nota: Aún no se han publicado los resolutivos de la mesa 3 "Derechos humanos y criminalización de la protesta"

Mesa 4: Educación Alternativa

Resumen de propuestas

+Es necesario siempre partir de la realidad de los pueblos para construir la educación. Es necesario buscar dinámicas y estrategias para adecuar los contenidos educativos a nuestras realidades.
+Es necesaria la coherencia discursiva y práctica para construir, un conocimiento liberador y sujetos de cambio
+Es necesario crear y fortalecer nuestras propias instituciones para formar y capacitar docentes de y para los pueblos originarios
+Son necesarios procesos de formación para los docentes, que enseñen el amor compromiso con el pueblo
+Es necesario priorizar en la formación de los jóvenes que están participando en pueblos y comunidades.
+El mejoramiento de la cultura pedagógica involucra: la actualización de docentes, la congruencia con el contexto sociolinguístico y cultural, y la participación de todos los sujetos involucrado: estudiantes, profesores, familias, autoridades
+Es necesario construir siempre la vinculación de los docentes con la comunidad, y para ello es necesario construir la vinculación de los mismos cuerpos docentes
+Es necesario construir una mayor vinculación con los padres, como escuelas para los padres de familia también que en ella participen
+Se requiere mayor planeación para el trabajo pedagógico en las organizaciones: para construir una mejor relación contexto-sujeto y proyecto, que requiere ser construida por comunidad, por región
+Los parámetros para la construcción de la educación alternativa no pueden ser los oficiales, y tampoco pueden ser los mismos en diferentes regiones. No existen propuestas o modelos acabados de educación.
+Es necesario discutir a fondo los conceptos y relaciones en torno a la interculturalidad-multiculturalidad-diversidad cultural
+Es necesario procesos de formación para apropiarse de los adelantos tecnológicos y ponerlos al servicio de las luchas del pueblo
+Es necesario identificar problemáticas y desafíos que son comunes a nuestros proyectos de educación alternativa, para poder también trazar objetivos comunes

MESA 5: SALUD COMUNITARIA

Propuestas Concretas:

1.- Llevar a cabo campañas de prevención en las comunidades y campañas de salud que sirvan para capacitar a promotores y a la vez dar servicio de salud.

2.- Fortalecer el trabajo de promotoras y promotores de salud comunitario apoyándolos y respetando su trabajo.

3.- Realizar acciones conjuntas desde cada lugar en donde estamos porque hay muchas experiencias en el Estado de Guerrero y otros lugares. Por ejemplo

a.- Hacemos un encuentro de médicos tradicionales, podría ser hacer un encuentro en varios lugares y demostrar al gobierno que podemos curarnos desde los conocimientos básicos.
b.- Capacitación en la parte jurídica de la salud, ir capacitándonos, cuáles son nuestros derechos en base a la salud, conocerlos y ejercerlos.
c.- Abrir un portal a internet donde los grupos que estamos aquí podamos subir nuestras experiencias que se puedan descargar.
d.- También tenemos que aprovechar la experiencia de las personas que tienen algún conocimiento, que vayan a nivel nacional e internacional a exponer sus conocimientos. Que todas estas personas aprendan a dialogar en el marco internacional y buscar financiamiento para que sean los promotores y personas con conocimiento quienes asistan a los diferentes cursos.

4. Que haya traductores en los hospitales para la atención de los pacientes y defensa de sus derechos ante los trabajadores de la salud pública.

5.- Focalizar en temas importantes el tema de salud, por ejemplo el tema de las muertes de mujeres por maternidad, focalizar la capacitación en los problemas de salud que más aquejan a las comunidades.

6.- Apoyo a lo que son las casas de la salud, por ejemplo la Casa de la Mujer Indígena que es un proyecto recién aprobado en san Luis Acatlán.

7.- Ya hay una estructura de salud al interior de la CRAC, que esta estructura sea respetada también por las instituciones de gobierno y sea una instancia al nivel de la policía comunitaria, con igual capacidad de diálogo y decisión ante las instancias gubernamentales. Que el proceso de salud sea a la par de un proceso organizativo político que fomente la participación de la comunidad para resolver por si mismos los problemas.

8.- Que se completen y fortalezcan las comisiones de salud que es un trabajo que se está iniciando en las comunidades y están compuestas por la gente de las comunidades.

9.- Otra propuesta es el cooperativismo a través de propuestas concretas como el caso de Panamedica. Retomar la propuesta de ver a la Cooperativa como una forma de organización que puede servir para la organización del tema de salud en la CRAC

10.- Lo ambiental, como un tema que genera enfermedades, que se trabaje un plan general para manejo de residuos y cuidado de recursos naturales, a través de la propuesta de la compañera que trabaja en el Ayuntamiento que ofreció talleres sobre manejo de residuos.

11.- Planes de trabajo en las comunidades para generar recursos para fondo de enfermos, para su traslado de las comunidades hacia el hospital en caso de urgencia.

12.- Realizar una denuncia sistemática de los casos de maltratos por parte del personal de salud y cobros indebidos, documentar los casos, darles seguimiento y hacer la denuncia.

13.- Hay demanda de que haya más médicos en las comunidades, pero sobre todo que haya un diálogo entre quienes trabajan la salud de manera alternativa en su comunidad y los médicos titulados, un diálogo horizontal y sin jerarquías donde se compartan conocimientos.

14.- Tomar la experiencia de los compañeros que han trabajado con otras organizaciones el tema de salud para desarrollar un plan más elaborado en este tema que esté de acuerdo a las necesidades comunitarias y operado por la gente.

Aportaciones a las propuestas:

En el tema ambiental ver la construcción de planes de saneamiento ambiental comunitario, incluso incluir actividades por ejemplo el reconocimiento de plantas, reservas comunitarias de plantas, incluirlos como tareas de la CRAC, pueden ser actividades de reeducación.
El tema de la salud está relacionado con temas como el de la economía solidaria,, ver los recursos para la formación de un sistema de salud